jueves, 3 de octubre de 2024

Miklós Radnóti (Budapest, Hungría, 1909 - 1944)

 

No puedo saber 
 
 

No puedo saber qué significa esta región para otros,
es mi país de nacimiento, mi comarca abrazada a las llamas.
Pequeña nación, mundo de mi infancia que a lo lejos se columpia.
Crecí en ella como la rama de un tronco, una frágil rama.
Y asimismo espero que mi cuerpo se abata en esta tierra.
Estoy en casa. Y cuando un arbusto se arrodilla ante mis pies,
sé su nombre y el de su flor.
Sé quién camina en la carretera y hacia dónde va
y lo que podría significar cuando, en el atardecer de verano,
las paredes de la casa brillan y gotean su agonía carmesí.
Para quien la sobrevuela, esta región es sólo un mapa,
y no sabe dónde vivió Mihaly Vörösmarty,
¿Qué le muestra este mapa? Fábricas y bárbaros cuarteles,
Mas, para mí son grillos, bueyes, campanarios, caseríos pacíficos;
con sus prismáticos el observador verá fábricas y tierras cultivables,
mientras yo veo al trabajador que palpita en su labor,
veo el bosque, los labradores silbando, las uvas y los sepulcros.
La anciana entre las tumbas llorando en silencio.
Y lo que desde arriba luce como las vías del tren que han de ser destruidas,
es el edificio del ferroviario, que se detiene afuera y hace señas
con una bandera roja entre las manos, muchos niños le rodean,
y en el patio de la fábrica un perro retoza sobre la arena;
y allí, en el parque, la huella de los viejos amores perdidos,
aquellos besos en mi boca que saben a miel o a arándanos,
y el ir a la escuela por el borde de la vereda
para que nadie me llame, piso una piedra,
esta piedra que no puede verse desde arriba,
no hay artefacto con el que nada de esto pueda verse.
 
Nosotros también somos culpables, ni más ni menos que otros pueblos,
sabiendo muy bien cuándo, cómo y por qué hemos pecado hasta ahora,
pero aquí también viven obreros y poetas sin pecado.
Y pequeños bebés en los que florecerá el entendimiento,
que en ellos brilla y les resguarda escondiéndoles en oscuros sótanos;
hasta que el índice de la paz vuelva a marcar a nuestra nación,
y algún día respondan con frescas palabras a nuestras palabras ahogadas.
 
Cubre, nube, nuestro suelo con tus alas grandes, de una mañana de barrido.
 
 
17 de enero de 1944
 
versión, Luis Alejandro Contreras
 
(Fuente: Letralia)

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