Todos albergamos la esperanza de no ser tan siniestros.
Buscamos, en los mundos olvidados de nuestros sueños,
la flor que sembramos cuando aún descubríamos la manera
de permanecer en el sueño. Alguien toca la puerta. ¿Quién será?
¿Acaso la muerte, o será la vida? Es fútil intentar desentrañar
quiénes fuimos alguna vez. A partir de este momento, debes servite
en una copa rebosante de esperanza y beber hasta que ningún sol
se atreva a declarar que la noche ha terminado y ninguna esencia
tuya ha logrado superar el vacío.
Colección de poemas: A menudo ciego.
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