sábado, 5 de octubre de 2024

Mario Arteca (La Plata, 1960)

 

 

CAPTURA DE PANTALLA

 

Es sencillo: las figuras que ves en el fondo
son tu pasado; las que están adheridas
a las paredes, el presente; y las del borde
de la taza, suponen el futuro. No hay lectura
equivocada en las formas de interpretar
cuando se bebe una buena taza de café.
Pues bien, ¿será preciso que yo me convierta
en yo, y ser al mismo tiempo el complejo
de mí mismo? “Más Salvador Dalí que nunca”,
dijiste, por el formato de los bigotes y la paleta
de tus palabras, salvando otra vez de la hoguera
a ese puñado de antepasados que mintieron
para sobrevivir y seguir mintiendo. En nuestra
ciudad, nadie mira las cúpulas que ocultan
los patios nazaríes, los mosaicos mudéjares
y las campanas francesas de fin del siglo XIX
que vigilan el movimiento de los consumidores
de calle 12, o calle 9, sobre la terraza recta
y simple de Francisco Belvedere de la esquina
de 44 y 20, las “siete cajas con moldes de yeso”
y la “L'Orient-Assurances, Sociedad Anónima
de Seguros”, y todavía menos las paredes
garabateadas que revuelven de envidia
a los viejos escribas mesopotámicos
por la aparición de alguna nueva caligrafía.
En eso pudiste leer el porvenir cuando
ibas de camino esquivando las sobras
de los inquilinos, antes que el viento,
la lluvia y los aerosoles limpien el aire,
sequen tu lengua, para después disparar
la saliva que cure unas cuantas heridas.
Y aunque ni por asomo seas esa persona
tan religiosa que digamos y tampoco
supieras cómo juntar las manos para aplastar
una miserable mosca, en todo caso, esto
así de doloroso, te vino como anillo al dedo.
 
5 de octubre 2020

 

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