viernes, 16 de septiembre de 2022

Horacio Zabaljáuregui, (América, Buenos Aires, Argentina, 1955)

 

 

Tan distante, la historia reciente,
a leguas en la lengua,
y sin seudónimo:
"llamalo Ismael"
al fedayin siempre otro,
tapado.
La militancia y la identidad,
la proletarización como bella arte;
"llamalo Ismael",
hacelo un cuadro,
¿Dónde yace la memoria?
¿En la fibra aérea de la nube
o en la fosa densa del fondo del mar?
¿Se deshace
en réplicas el recuerdo?
Para tanto fuego, lo mismo da;
pesa en el pasado,
pluma o plomo,
lo mismo da.
Un paso atrás, dos adelante,
el gran salto,
la grulla blanca abre las alas,
una figura.
El Mao que puede nombrarse
es el padre de las diez mil cosas.
La voz tonante del turco Salvador
explicando el Talmud de la revolución,
el credo apátrida y contumaz,
un relámpago en el cielo despejado,
tan distante.
La estática de la fuerza de las cosas,
las fuerzas productivas que han dejado de crecer
el texto, esa productividad,
tal cual,
orificios de bala en el lienzo,
unidades distintivas,
el bricolaje de la estructura,,
piezas de Lego para encastrar el sentido.
Todo, todo es escombro en la palabra,
ahora.
Traje de época, en el aire estuvo,
a leguas en la lengua,
hoy
el mundo colapsa
y todavía reclaman un nombre de guerra,
un ayuda memoria, un señalador;
"llamalo Ismael"
para que cuente el cuento,
la cantinela de la voluntad
de la dinamo bolchevique.
Extinta la estática de la fuerza de las cosas
la merca nos tapó;
el fetiche del cachivache
no para de crecer.
Metele,
pedile tres deseos
al viento del final
que va a soplar.
Tan distante la historia reciente
 
 
(Fuente: Ricardo Ruiz)
 
 


 

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