viernes, 20 de agosto de 2021

Uberto Stabile (Valencia, España, 1959)

 

 

VII

El corazón del tiempo

 

 

 

Estoy sentado frente a las marismas del río Odiel

bajo la luna llena de abril,

frente a la ciudad de Huelva

con las piernas cruzadas como un buda

y los ojos de un niño que ha perdido a su padre

y veo los destellos de las llamas de las chimeneas

/ de las petroquímicas

y veo las sombras, las siluetas de miles de aves

que viajan de noche y de noche regresan,

y a Eladio Orta en Isla Canela acurrucado

junto a las higueras

escribiendo poemas como balas de amor

y alzo los brazos para coger esa inmensa luna

que todo lo ilumina

las pateras, las chavolas, el humedal, los barcos

/ sobre la ría,

alzo los brazos para saber que nada me es

/ indiferente

para saber que entre mi corazón y Portugal

/ anidan las cigüeñas

para entender más aún ese acento

con que me amas y olvidas

alzo los brazos al viento que mece los enebrales

/ en Punta Umbría

al viento que barre las nubes tóxicas,

al viento que golpea mi cara

al viento que me traduce y seduce a un son cubano.

 

Estoy sentado frente a las marismas del río Odiel

para recordar padre la vida que me has dado,

el lazo de amor que poco a poco con la misma vida

/ hemos trazado,

para recordar en tu nombre los nombres inventados

y entender que la muerte no puede separarnos.

Estoy sentado en tus rodillas padre,

agazapado entre tus brazos

en los miles de kilómetros que hemos compartido

en esa patria que nunca tuvimos ni heredamos,

agazapado como un águila en tu mirada

oteando la utopía que me enseñaste a pronunciar,

siempre la utopía,

ese lugar de la memoria que habito con orgullo

y con dignidad promulgo,

el verso más alto y duro al que jamás he renunciado.

 

Estoy sentado frente a las marismas del río Odiel

frente a las bandadas de flamencos

como nubes de bombas rosas que planean sobre

/ estos versos

sobre la letal coreografía de la Riotinto Company

y el manifiesto comunista.

Estoy sentado para confundir los términos

para entender tu risa en tardes sin prisa

y que Lola Luna en un golpe de suerte

descienda de las nubes en un sidecar negro,

que a las cinco de la tarde sean las treinta de la

/ noche

que no termine aquí nuestra locura.

Estoy sentado frente a las marismas del río Odiel...

¿y tú padre....

a la izquierda de que dios me estás amando?

 

 

 


En:  Empire Eleison

 

               Poesía Garvm

 

              (Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

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