martes, 3 de agosto de 2021

David Trashumante (Logroño, España, 1978)

 

 

LA MIRADA DE AISHA

 

 

No apartas los ojos

del sol que destella

entre la espesura

de los álamos

y sus rayos

te deslumbran.

 

No apartas los ojos

y a cambio recoges

las moras maduras

de la iluminación.

 

Ahora parpadeas

y, por un momento, me miras

con toda esa luz

lenta como la savia.

 

Así, tu sabiduría.

 

 

 

EL MIEDO DE AISHA

 

sin noche y sin día

caminaron solitarios por el jardín negro

 

Homero Aridjis

 

Que el bosque no huela a nada,

tampoco su dulce fermento al mediodía.

 

Que albinos los acantos

se queden callados,

las campanillas no tañan

y las mimosas ladren.

 

Que las gramíneas emigren,

y se ahorquen las orquídeas,

que el argán sucumba al desierto

y el manzano tan solo dé piedras.

 

Que el cardo enrejado no se libere

y la avena apenada el viento no avente.

 

Que a la azalea el sol no jalee

y el nenúfar se hunda

en las aguas oscuras de la ciénaga.

 

Que nada huela, que nada toque,

que nada sepa y por no saber,

siquiera saber si alguna vez

tuvieron un nombre.

 

 

 

 

 

LAS MANOS DE AISHA

 

Thy fingers make early flowers of

all things.

 

e. e. cummings

 

Son tus manos madreselvas,

al abrirlas membrilleras,

al cerrarlas melilotos.

 

Son tus manos mirabeles

que crecen sus susurros sobre el barro.

 

En tus manos milenramas

van tus milamores y son tus manos

un ramo de mujares amarillos

cuando abrazas el mundo.

 

Porque saben abrazar tus manos

y plantar un planeta, también trabajar saben.

 

Que pintan delicadamente como un mirto

lo blanco con el rojo de los pistilos

del mirobolán y los estambres

de la morera, que eres mujer que pinta

y grande es tu rodillo como grande

es la paz salvaje

que hay en la piel de tus manos.

 

Que son sus yemas hipnóticos abdómenes de abejas

y sus palmas parecen las cuencas oxidadas

de los ríos marcianos y, nudosos, sus dedos

arrancan el maíz o acarician

la malva silvestre con el tacto de un beso.

 

Son tus manos la mandrágora que chupamos

alucinados entre colores, la manzanilla

que bebemos cuando, cabizbajos como meleagria,

te buscamos en las redes mecánicamente

zurcidas del ordenador.

 

Son tus manos el mijo que nos alimenta

cuando, como una niña, al juego

de las manos juegas con la tierra

y entonces son tus manos arcilla

y sus uñas verdes pétalos de morsano.

 

Qué perenne es tu pena

cuando el patriarcado te poda las manos

y mano sobre mano te ves abocada

a florecer de noche para que nadie te vea.

 

 

 

 

 

LA INFANCIA DE AISHA

 

Te ruego no entres, chispa lapidaria del miedo,

no enciendas por soledad el miedo entero.

 

Sergio Algora

 

Como las cápsulas del algodón antes de abrirse

así tu ocre infancia atrapó tu blandura.

 

Tu infancia de azafrán silvestre, seco y sin aroma sobre el suelo.

 

Tu infancia, flor de cerezo que la leve brisa de la pérdida

hizo desprenderse de los pétalos de su niñez antes de marchitarse.

 

Tu niñez liviana entonces, blanca como todas,

ahora en el recuerdo como vilanos enredados

entre enebros agrestes y asépticas lavandas.

 

Tu niñez de lirios incoloros, sin laureles sobre la frente,

ruda como un madroño sin fruto.

 

Niña bebiendo de las copas del hibisco sus propias lágrimas.

 

Niña floreciendo entre espinos al comenzar el día.

 

Niña tan sola en la espesura del bosque, aterida de frío,

neveros tus párpados siempre en la umbría.

 

Pálida escarcha sobre los pastos ralos de la inmensa dehesa,

con la piel endurecida cual corteza de alcornoque

que atrapara tus arterias, dejándote sin riego.

 

Y tu miedo, descomunal como una secuoya,

que aún miras desde abajo, pequeño brezo sin abrazos,

con tu corazón como una dalia amarilla

que entre tus manos se mustia y seca.




PLANTAS INVASORAS

 

Puedo escuchar ramalazos de stress

en el vacío del gran tetra brick

en el que hago mi break

con este picnic de alquitrán y smog.

 

Dani Orviz

 

Hoy quieres decir carrasca pero pronuncias hispster

y al reírte tu risa no suena, tan solo es un lol.

 

Se reproducen menos los majuelos que los memes en los smartphones

y eres una nerd que camina sola por los bosques.

 

En las mañanas de frío tu aliento vapea

ya no recoges las hojas prefieres un briefing

y te dices eso de que el hombre

es un CEO para el hombre.

 

Al llegar el deadline, el sol te inscribe en su newsletter,

y eres una follower de los senderos más trend.

 

Formas parte del target, ya no corres, haces running,

y no miras tumbada el cielo sin un buen planking.

 

La flor es un spoiler del fruto

bebes agua del manantial en streaming,

nomofóbica, coges el móvil cada vez que pía un estornino,

más molesto que un spam es un insecto

al posarse sobre tu mano.

 

Ya no quieres saber del alerce ni del álamo

solo de astroturfing,

y la lluvia te incomoda, mejor un brainstorming.

 

El feedback de la semilla no te aporta ningún know-how

porque eres workaholic y necesitas más inputs

y juntarte con otros para hacer un flashmob,

y después de shopping a comprar orégano y tomillo

envasados en su packaking.

 

Customizas un pino en el solsticio de invierno,

quieres ser una friki del dron en vez de mirar el paisaje,

más importante que se guarden cookies en tu navegador

que en tu cerebro se guarden los nombres de las plantas que te comes.

 

Así el planeta vale menos que la blogosfera,

las abejas sufren bullying, a ti qué, mejor son los bitcoins,

que el cambio climático es un fake que no tiene ni sponsors

y el baobab y el acebo, la melisa y el diente de león,

los ves en tu macintosh después de googlear.

 

 


En Aisha. Ed. Ya lo dijo Casimiro Párker. 2021

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario