3 poemas de CRONOPOEMAS Y UNA ELEGÍA de GAMARRA
UN DERECHO
(Para mi admirado maestro y amigo Fernando Barbero)
Escribo para ser feliz
en el infierno,
y otorgarme el derecho
a seguir existiendo,
aunque sólo sea de espaldas
a la realidad que debilita
mi memoria.
Aun así, ejerzo el deber concreto
a declarar lo que es mío.
Y es ahí, en ese lugar
de mi castigada consciencia,
donde se extiende sin control
la facultad más grande
que tiene un hombre,
su fantasía.
Un bolígrafo,
un papel en blanco,
y un amigo para compartir el viaje.
Fantasía o realidad,
qué más da.
URBE ET URBIS
A mi pueblo
Encuentro las calles mojadas
algunas olvidadas
otras desgastadas
los pasos se quedaron allí
como recodando una historia,
mal contada
o simplemente subestimada.
Huelen igual
eso no cambia.
Me inquieta el poder del olfato
nunca lo he controlado bien
y a veces me falla.
Las persianas están subidas
y las luces amenazantes de la vida
empiezan a florecer
¡Qué lástima!
hay cosas que dormidas
son mucho más bellas
Madrid es una de ellas
Duerme pero no deja de latir.
Me acerco a su corazón
y aprecio perfectamente cómo bombea energía,
gota a gota, segundo a segundo.
Los grises zapatos de las sombras
vagan libres, sin dueño.
Se nota en el ambiente, solo lo tiene Madrid,
todo el mundo es conocido y anónimo a la vez.
Hay pocas ciudades donde se den estas características,
da igual si son más grandes o menos,
Madrid es urbe y provincia, aldea en barrios
y poco egocéntrica, nada es suyo en realidad.
Me fascinan los antros:
El diablo vestido de cool jazz.
Doble sesión de rincones sucios
atestados todos
de gente creyéndose informada,
ambiente intenso para
una noche más,
esto también pasa.
El jardín del edén está inventado
aquí hay alguno, solo falta la compañía;
Una Eva o algún rufián, depende del momento.
También se compran, no es caro
lo dispone el parné que estés
dispuesto a pagar.
Hay un bar al final
de una calle ancha y larga,
es un bar minúsculo
no cabes si vas borracho,
no hay sitio para ver doble
te saldrías del bar.
Tiene una señal
al final de la sucia barra,
un letrero que reza:
“Hoy no estoy de humor,
perdónenme”.
Lo puso el dueño, amigo de quintos
y de wiskis malos.
Es una cortesía majestuosa,
yo le disculpo siempre,
hasta cuando tiene buen carácter.
Hay mañanas que regalan sonrisas,
las busco, aquí no es difícil.
Al final encuentro siempre a alguien
que aún no le ha tocado la lotería.
Yo me fío de esos
de los que tienen mala suerte
y en esta ciudad hay muchos
o al menos a mi me lo parece.
Vivir aquí es vivir en dos calles,
hacer el pino con la punta de la nariz
y esperar a que te salga bien.
Aguantarás poco
y si sale mal, te pegas la hostia
y cambias rápidamente de postura.
En cualquier caso, incómodo y especial.
Me atrapa de improvisto el viento,
aire sucio.
Es paradójico,
pero aquí lo limpia todo,
a su manera,
a la manera de Madrid.
GUERRA
Y si el enemigo se colma de ignorancia,
necedad y cinismo,
y además adereza sus plumas
con languidez insulsa
y estigmas ridículos.
Si además se compra
el último tanque
y arma su cabeza de proyectiles cobardes
viste a sus soldados de gris perpetuo
y los alienta a luchar
hasta el exterminio total
de los ideales contrarios.
Si es así, si va a ser así,
yo...
... me vestiré de fiesta,
cargaré mi espíritu
de proverbios árabes
y místicas paganas.
Llenaré mis manos
de dignidad y gloria,
de mar y tierra,
de arpón y llagas.
De cara espero su aliento.
De pie... no me muevo.
Gamarra. Cronopoemas y una elegía. Ed. Océano Atlántico, 2024
(Fuente: Voces del extremo)
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