TRES POEMAS EL ARTE DEL MARTILLO
EN CUALQUIER CIUDAD
Puedo sentir la máquina trabajando a pleno
rendimiento intentando evitar la quiebra del sistema
Pepe Rivas
Podría haber sido
en cualquier ciudad,
de cualquier país
un día cualquiera.
Pero fue en mi ciudad,
en mi país
un insulso miércoles de febrero.
Miguel desayunaba viendo las noticias
como cada mañana,
una ministra, hija de militar,
de esos que ganaron la guerra,
decía en pantalla
que a ella nunca nadie
le había regalado nada,
que tenía treinta años
cotizados en el servicio público.
A Miguel eso le daba igual,
pensaba que ya había
demasiados funcionarios
porque él era mecánico como su padre
y, aunque trabajaba en un desguace,
siempre quiso colocarse
en un concesionario oficial,
aún era joven tenía tiempo.
Conduciendo su viejo coche
llegó al trabajo como otro día más,
pero no, no era un día más,
porque esa mañana, a Miguel,
se le cayó un coche de mil kilos encima
y, mientras su sangre y sus vísceras
se mezclaban con la lluvia en el suelo,
sus sueños se desvanecían.
Y se acabó el ahorrar para un coche nuevo,
para un piso de tamaño razonable
o para un viaje a algún lugar soleado.
Y se acabaron las cervezas después del trabajo,
y se pararon otras dos manos más
que movían los engranajes de esa máquina,
la que fabrica dinero,
mientras, como cantaba El Hombre de negro,
alguien se hace rico en su sofá…
en su despacho,
o con el culo pegado a un radiador.
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CINE AMERICANO
El malo siempre
tiene peor puntería,
su coche corre menos
y elige peor el vestuario,
en cambio, el bueno,
tiene mejor fortuna,
su cruzada es más noble,
invade el país correcto
sin daños colaterales
y siempre, siempre,
le sonríen los mercados.
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NUNCA APRENDÍ
a hacer raíces cuadradas,
cuando teníamos un examen
acababa todas las cuentas,
los problemas y las ecuaciones
menos las raíces cuadradas.
Aprobaba por los pelos
y ningún maestro me decía nada
ni se preocupaba,
la cosa era aprobar.
El tiempo me dio la razón
y me di cuenta de que en la vida
todo es sumar, restar, dividir
y, cuando se trata de problemas, multiplicar
para acabar pasando justo, por los pelos.
Javier Perales Valdés
El arte del martillo
Más Madera Editorial
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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