Lectura nocturna
Lectura nocturna
Con la noche despierta en la mesa de luz
leo con atención tumbado en la cama,
los viejos motores de la usina eléctrica
algo inquieta a los teros en el campito
y hacen llegar una especie de aviso o queja;
entre un sonido y otro se cuela
el ruido de un auto que pasa,
todo se oye como si las partes sonoras
entraran y salieran del libro,
como el libro entra, envuelve
un punto señalado y sale de la noche
con las palabras alteradas.
Ya conocemos el funcionamiento,
cada cosa tiene lo suyo para prestarle
atención, como saber que no podemos
esperar de un libro titulado
“Para una tumba sin nombre”
que no tenga el matiz del desencanto,
ni buscarle la pizca de gracia que tampoco
tiene esta misma realidad al cuadrado.
El libro quiere hacerse oír
como los ruidos y los pasos en la calle.
En la variación es otro el título
que deletreo: “Para un nombre sin tumba”.
Hago lo que puedo con la lectura quebrada.
Al pasar las páginas se me traban los dedos
y al llegar el sueño una mano piadosa
me cierra los ojos.
No me sorprende que algunas estrellas
bajen hasta nosotros para preguntarnos
por la extraña luminosidad del mundo.
(En memoria de Susana Jenkins.
Colonia Sarmiento, Chubut, 1955.
Desaparecida en La Plata, 1977.)
(Fuente: Jonio González)
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