Cuentos de batalla (Por soledades)
Cuentos de batalla (Por soledades)
Un hombre es perseguido, una
familia entera, una organización, un pueblo. La
responsable de esta situación no es la codicia,
imposición de las reglas del juego.
Los empresarios, la policía
con la imposición de las reglas del juego.
Por eso ese hombre, ese pueblo, esa familia,
esa organización, se siente perseguida.
Es más, comienzan
a perseguirse entre ellos, a delatarse,
a difamarse, y juntos, a su vez, se lanzan a
perseguir quimeras, a olvidarse de las legítimas,
de las costosas pero realizables aspiraciones;
marginan la penosa esperanza. Entonces
toda la familia, todo el pueblo, entra
en el nivel más alto de la persecución: la
paranoia, esa refinada búsqueda de los
perseguidos históricos y culturales.
Y ésta es la triste historia de los pueblos
derrotados, de las familias envilecidas
de las organizaciones inútiles, de los hombres
solitarios, la llama que se consume sin el viento,
los aires que soplan sin amor,
los amores que se marchitan
sobre la memoria del amor o sus fatuas
presunciones.
(*) Asesinado por la dictadura.
(Fuente: Liliana Hayat)
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