Columnas de fuego donde se purifica
el agua
Acunados
los antílopes
por
la garra del tigre.
Quizá
así tus muslos
y
mi boca que te nombra.
Dos
versiones de la furia,
gemelos
que alguna vez estuvieron juntos.
Ahora
ríos en otro paisaje.
Columnas
de fuego
donde
se purifica el agua.
Ven
y atiende esta barca,
ven
y consuela esta noche extrema.
Caída
en el tiempo tu ausencia.
Desplomada
bestia que implora salud.
No
más que citar la ilusoria esperanza.
Acaso
la vuelta a un primer abrazo.
Tal
vez el día sea otro vacío
que
el sol alumbra.
Y
la nostalgia una manera más calcárea
de
reconocer el paso con las monedas en los ojos.
Quizá
el tiempo que imploro
no
sea más que una nada
que
da forma a los cuerpos.
Y
la voz una forma de olvido.
Carta con cien pájaros
Soy
luna, vacío.
Entro,
tenue viento,
silencioso
margen de luz.
A
tu hora busco norte,
quebrada
primavera, voz imperiosa.
De
ti la rosa que también muere.
Asómate
al límite,
dirige
tu ojo, mediodía.
Salto
o fuerza, navío,
ruta,
fantasma del tiempo.
Todo
concluye, mano, amor,
brisa
truco del sur.
Ave
vuela, aullido anuncia.
Tu
pelo simula cascadas de jade.
Es
otra mañana,
el
canto brota,
veta,
mirada danzando al llamado.
Qué
decir de tu sonrisa,
qué
de tu cadera amarilla.
atrás,
del lado de la sangre,
turbión,
ancla tejida vigorosa.
Hoy
en tu pecho,
leche,
conquista del mar.
Otro
juego impera,
susurro
a tu oído.
Lluvia,
licor de miércoles.
Una
veleta te nombra,
quizá
el camino sea fiel.
Mas
no dejes al viento tu acto.
Descansa
ahora,
arremete
al alba.
No
es tarde para el beso.
Para volver al mar
En
otro tiempo,
oleaje,
marea alta.
En
tu mano, ahora,
sólida
roca,
arrecife
y cardumen.
Tu
voz es viento suficiente
para
existir.
Tu
espalda un lirio,
un
ramillete de camelias.
Pronto
volverás al mar,
en
mi barca
tu
cadera estará bailando.
Ahora
te meces
con
mi acto amoroso
de
decirte “sí”.
Cómo
esperar más,
si
tu aliento,
semilla
agreste,
me
canta y me acuesta.
No
es que no estés.
Estás
y te llevo
como
el sol
de
una ciudad
alta
y fija.
El
movimiento de tu cintura
es
estación amapola,
palmera
feliz de potro.
Desnúdame
otra vez,
mójame,
liviana
menta y ley.
Iremos
al mar,
no
porque esté lejos,
sino
a reconocer nuestra sal.
Eres
cielo en mis oídos,
como
un dios que vibra
entrada
la noche.
Diálogo
mudo,
mutado
silencio en rayo.
Un
tigre te habita.
Un
águila nos lleva.
Aquél
delfín vuelve rozando.
Mírame
como anoche.
Ese
beso primero no ha acabado.
Destino
es piedra labrada
en
tu pecho.
Corazón
mío que ilumina.
Acuéstate
conmigo siempre,
en
mi muerte
has
metido la mano.
*Víctor Raúl Jaramillo: Sonsón, Colombia, 1966. Doctor en Filosofía,
poeta y músico. Fundador del grupo de ultrametal ReencarnacióN, con el
que lleva más de 30 años activo. Creador de un Consultorio Filosófico,
primero de su clase en el país. Sus más recientes publicaciones son:
Pensar la vida y la muerte y otras banalidades, Erótica como ética:
manifiesto sobre el placer como deber, Creación como Mística: una
criptografía de lo sagrado (ensayo); Preguntas mercuriales para un
insomne incendiado (entrevistas); Trozos de materia desnuda, Cortezas de
aliento, Máscaras sin coartada: 1992-1994 (poemas); y Monedas de
oriente: otra manera de la filosofía como medicina (cuentos, aforismos y
ensayo). Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés y al
francés. Actualmente dirige un proyecto para lecturas gratuitas en la
Web, llamado: Libre Acceso Ediciones. Además escribe para su micrositio
Mancha negra y furia, en el magazine virtual Laterales.com, y en su blog
Nexus universalis de la página Morada.co
(Fuente: Revista Innombrable)
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