EL EMPARRADO Y DOS POEMAS MÁS DE LA CASA EN EL ÁRBOL Y OTROS POEMAS
El emparrado
Ni de nacimiento ni como regalo
ni elaborada ni legada
esta morada en el bosque es poco
más que una urdimbre o señuelo
en la maleable luz
que los árboles suavizan y confinan.
Aunque únicamente es
una actitud mental
mera exhalación alzándose en estrofas,
los vientos acometen
su derecho a existir, este fondeadero
o caja de música, velado
y que enumera hasta el detalle
la restricción de herencia
segura solo de su necesidad
de anunciar.
Pero cuando el canto, emitido
desde tan frágiles enclaves
alcanza el límite del bosque,
regresa en ondas
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Crepúsculo
Volamos, esta noche de verano, hacia un borde,
un filo de luz fino como alambre. Crece mientras
descendemos, luego ilumina la tierra lo suficiente
para que nombremos, por colina o estuario, cada
municipio que hay abajo. Este es el Norte, donde la
gente, el mundo quizás gusta de imaginar, sostiene un
pez en una mano, en la otra un cabo de vela.
Podría conformarme con eso. El avión se estremece,
después rueda hasta quedarse detenido en el extremo
más lejano de la pista. No es día, esta luz en la que
hemos entrado, pero el día está presente en lo que se
juega. El cielo es el aún gris pálido de una garza que
vigila las pocetas de la orilla.
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Murciélagos enanos
En el centro del aprisco
una arboleda de abetos de Douglas
sostiene entre ellos, tiernamente,
un alto recinto como un jarrón.
¿Cómo pudimos habérnoslo perdido
hasta hoy, nunca haber visto
este transparente, translúcido recipiente
teñido como de cuarzo?
Lo que descubrimos eran murciélagos:
como carbonilla, desmenuzable, titilante
el lugar cercado por árboles
hasta que el aire pareció acelerarse
y los quirópteros fueron una sola
nerviosa inteligencia, probando su idea
de una nueva forma
que se desplegó y adquirió coherencia
delante de nuestros ojos. El espíritu
del mundo es intersticios como este;
células que se recargan con la luz del día;
¿era eso lo que nos estaban diciendo?
Pero se esfumaron, de repente,
antes de que comprendiéramos
y los árboles crecieron en un círculo,
elegante y mudo.
Kathleen Jamie
La casa en el árbol y otros poemas
Traducción de Antonio Rivero Taravillo
Tierra de Sueños
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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