HIROSHIMA Y NAGASAKI
Te vi en sugerencias de amistad y a pesar
que todos cuentan
estás mejor, te veías triste.
La mirada baja, parece no quisieras
mostrar los cristales
de la glándula junto a tu ojo
y ese mentón pidiendo a gritos
que lo tomen
con solo tres dedos
y lo besen
y te miren.
Todo estará bien…
Vi que el material de tu franela
era ese
que tanto decías odiar.
Ese sonoro al tacto y sensible
a la luz de una ampolleta
bajo consumo colgando sobre tu cama.
Imagino has cambiado tus gustos
huesos y hormonas, que el abrazo
es diferente, en otra dirección
y a distinta altura.
Que el beso dado es al otro lado.
Olvidar es posible y lo posible
tiene su lugar en la existencia
de mi memoria que alguna vez fue tu memoria
y la de cincuenta y cuatro personas más
dentro del cine viendo la misma película
que nosotros
cuando nos dimos el primer beso.
Espero todo lo nuevo instalado en tu ser
te haga sentir que valió la pena
soltar aquellas bombas.
Los japoneses
todavía no recuperan el honor de su pueblo.
No hay cupos para el seppuku
ni fondos estatales, los devastaste.
“Es el precio del progreso
a una vida siendo amante de la ingeniería social”.
En eso eres lo mejor y lamento mucho
no haberme dado cuenta antes.
Ignorancia es ignorar lo sabido.
(Fuente: Relatos chilenos)
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