martes, 3 de agosto de 2021

Robert Rivas (s/d)

 

 

DONDE VIVÍAMOS 

 

 

  El ramal pasaba justo por la puerta de la casa

  Venía la larga curva bordeada de yuyos

la línea férrea del siempre recto noble metal

y luego la bestia

con los chirridos,

los frenos, 

los olores,

la bocina feroz,

la brisa caliente

que dejaba a su paso


Obviamente tapiamos las ventanas

levantamos un cerco,

cavamos un foso 

entre las vías y la puerta de adelante


La dimos vuelta, al fin

la pusimos de culo

contra el ulular nocturno

la luz del reflector

en la cabeza-trompa

del monstruo-máquina


Los trenes se detenían

sin motivo

solo para arrancar

entrechocando

hierros y vagones

cadenas y enganches

en medio de los sueños

en los momentos

en que el cuerpo se entrega

a su inanidad más completa

y tierna


Sin rencores

Esto ocurrió

y no hubo Dios

que diese un buen puñetazo

sobre este desgraciado asunto

hundiéndolo todo

entre el olvido y el barro


Las ciudades, por entonces,

eran enteramente indivisibles


El descanso no había sido inventado

La cama y la silla aun no habían sido

desenterrados.

 

 

(Fuente: Idiomas olvidados)

 

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