Madona de las flores vespertinas
Todo el día estuve trabajando,
ahora estoy cansada
y digo: «¿dónde estás?»
Sólo hay un roble crujiente en el viento.
La casa está muy tranquila,
el sol brilla sobre tus libros
en tus tijeras y el dedal que acabas de dejar,
pero no estás aquí
de pronto me encuentro sola:
¿dónde estás? salgo a buscarte.
Entonces te veo,
de pie bajo un capitel pálido azul como esa flor de espuela
con una canasta de rosas en el brazo.
Estás fresca, como la plata,
y sonríes
creo que las campanas de Canterbury tocan breves melodías.
Me dices que las rosas albarderas necesitan ser regadas
que las aguileñas han crecido demasiado
que a la pyrus japónica hay que cortarla y darle forma.
Me dices todas estas cosas.
Pero te miro, corazón de plata,
corazón de llama blanca de reluciente plata,
ardiendo bajo las azules agujas del campanario,
y súbitamente deseo arrodillarme a tus pies
mientras alrededor nuestro repican los altos y dulces Te Deums de las campanas de Canterbury.
en The Complete Poetical Works (1955), incluido en Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica. Panorama general (La Esfera de los libros, Madrid, 2002, selec. de Luis Antonio de Villena, trad. de Martín Rodríguez-Gaona).
(Fuente: Asamblea de palabras)
No hay comentarios:
Publicar un comentario