Y NO ME DIGAN NADA...
Y NO ME DIGAN NADA...
Y no me digan nada,
que uno puede matar perfectamente,
ya que, sudando tinta,
Volveremos, señores, a vernos con manzanas;
tarde la criatura pasará,
la expresión de Aristóteles armada
de grandes corazones de madera,
la de Heráclito injerta en la de Marx,
la del suave sonando rudamente...
Es lo que bien narraba mi garganta:
uno puede matar perfectamente.
Señores,
caballeros, volveremos a vernos sin paquetes;
hasta entonces exijo, exigiré de mi flaqueza
el acento del día, que,
según veo, estuvo ya esperándome en mi lecho.
Y exijo del sombrero la infausta analogía del recuerdo,
ya que, a veces, asumo con éxito mi inmensidad llorada,
ya que, a veces, me ahogo en la voz de mi vecino
y padezco
contando en maíces los años,
cepillando mi ropa al son de un muerto
o sentado borracho en mi ataúd...
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de "Poemas humanos" (Les Editions des Presses Modernes au Palais Royal, París, 1939), en "Poemas en prosa. Poemas Humanos. España aparta de mí este caliz", Losada, Buenos Aires, 1961. En la imagen, César Vallejo.
(Fuente: Jonio González)
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