ODA A UN CLAVO
Qué triste es un clavo usado
oxidado, doblado y sin punta: un mensajero
caído de una forma que se ha perdido.
un barco, un carro o una cama
o del ataúd de un juez muerto.
Los secretos que mantenía en su sitio
no han dejado rastro en el óxido
y su curvatura no los ha conocido.
Enderezarlo para volver a usarlo
parece casi como maltratar al clavo
y comparar su soledad con la propia
por muy tentador que pueda parecer
sería una burla de la naturaleza del clavo
que sujeta lo que uno desea y es fiel a ello.
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en "Nuestro amor es como Bizancio. Antología poética", Lumen, Barcelona, 2003. Trad. del danés de Francisco J. Uriz.
(Fuente: Jonio González)
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