Réquiem
EN VEZ DE PRÓLOGO
Diecisiete meses pasé haciendo cola en las puertas de la cárcel, en Leningrado, en los terribles años de Yezhov. Un día alguien me reconoció. Detrás de mí, una mujer –los labios morados de frío- que nunca había oído mi nombre salió del acorchamiento en que todos estábamos y me preguntó al oído (allí se hablaba sólo en susurros):
-¿Y usted puede dar cuenta de esto?
Yo le dije:
-Puedo
Y entonces algo como una sonrisa asomó a lo que había sido su rostro.
Leningrado, 1 de abril de 1957
OTROS POEMAS
Tierra nativa
No hay gente en el mundo menos dada al llanto,
más sencilla y altiva que nosotros.
1922
No la llevamos en amuletos sobre el pecho,
ni componemos versos quejumbrosos sobre ella.
No altera nuestro amargo sueño,
ni la consideramos el cielo prometido.
No es en nuestra mente
objeto de compra o venta.
Sufriendo, enfermos, errantes sobre ella,
ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros, es el barro de los chanclos,
para nosotros, sí, es la arena que cruje entre los dientes.
Y pisamos, aplastamos, deshacemos
ese polvo que no tiene culpa.
Pero yacemos en ella y en ella nos convertimos
y por eso, con toda libertad, la llamamos nuestra.
Leningrado, 1961.
Selección y traducción de MONIKA ZGUSTOVA y OLVIDO GARCÍA VALDÉS.
Prólogo de OLVIDO GARCÉS VALDÉS
Epílogo de MONIKA ZGUSTOVA
Ana Ajmátova. Marina Tsvetáieva. El canto y la ceniza. Antología poética. Barcelona. Random House Mondadori. 2008. Págs. 41, 99.
(Fuente: La Mecánica Celeste)
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