PARÁBOLA PARA TUERTOS
¿Quién es el rey?
alguien nos domina
Caminamos empujándonos unos a otros
Sedientos por el ojo que nos falta
Las plazas, circunferencias astutas
Casa, corrales, colegios, antros
campos de batallas lunares
La angurria por el ojo que nos fue quitado
Nos obliga a deambular
Hay tuertos que al no soportar la asimetría
Se jalan el poco ojo que les queda
Otros se esconden del sol
su espada es tan filosamente azul
Como el vuelo del ave que engulle sus propios hijos
Creada en la pupila inocente de la música
El agujero infame derramado en una botella de cusqueña petrificada
La longitud de un mercado vacío donde ya no quedan chirimoyas
Sólo pepas, donde los tuertos resbalamos
Confundiendo las semillas con ojos olvidados
De vez en cuando alguien extiende el brazo y
Usa ungüento de sábila para calmar el dolor por los tropiezos
En la puerta del colegio médico
Las coronas de dalias se pudren tras las fotografías siniestras
Los héroes no pudieron volver a firmar una receta
Porque la luz nos ciega
vencerá
Por qué la luz es ciega
No vencerá
Y mientras nos acercamos a esa media oscuridad
nuestra vulgar comodidad de cíclopes venidos a menos
seguimos palpando las migajas que el gran ciego olvida al pasar.
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LA SANACIÓN DE LOS ESPÍRITUS
Torcido corazón
Enfermedad extranjera de los postes circuncidados
Alabado sea el dios de los enfermos.
Yacemos sobre un colchón
Nuestros huesos se comen unos a otros
Mientras respiramos el sahumerio de eucalipto
Aún se reza para que nos elevemos
¿Dónde encuentro la luna dentro del tronco?
Mi omóplato destruido por el peso de los químicos
Setecientos lunares escondidos bajo un gladiolo
La tierra empieza a subir por mis pies
Y se cobra la venganza de los desposeídos
Yo, que lo tenía todo, entre cascarones verdes de coníferas
Entre caminos que nos llevaban a ese lago instalado
En el pico del cerro y en el pico del amor
El cuerpo destruido es una canción de barro
Cuerpo pueblo que quería bailar su propia comparsa
Y cantar sus propios poemas de arena
Este cuerpo que ya no lo es, para nadie, así se llame Lázaro
Una ballena gruesa y caliente varada en Chiclayo
Demasiadas manos esculpieron sus costillas
Demasiados ácidos biliares
Exprimido de todos sus costados
Le queda el himno a la casa
Porque quizá cuando vuelva a la casa enclenque (sin el jardín
inglés)
Encuentre un hombre que haga sopa de arroz
Y domestique su seno otra vez...
Espíritu, resucita otra vez desde mi teta inerme
Dibuja la niebla del silicio y las cucharas de madera
Dibuja los niños en pleno zapateo, niños de agua y marinera.
Los santos de los negros, que son los santos del mundo
Porque todos somos ese negro que tapamos con
Nieve de hiel y nieve hilada en huso de hermana nube
Porque somos ese humus oscuro de la mano enojada
De un dios impuro como la estadística
Que nos ha dejado verborreicos, destruidos
Y sin la menor cabida para volver a plantar una semilla
Mamar de una teta agriada
Aspiración maternal de un planeta agonizante.
(*) Hija de inmigrantes chinos
(Fuente: Meta poesía)
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