DE LA NECESIDAD DEL PRÓLOGO
Sobre el fuego leo tus palabras.
Las palabras se disuelven frente al ocaso,
y los verbos irregulares.
He conseguido una envidiable palidez para leer tu carta.
En ocasiones el mar palpita dentro de mí. Detesto su protagonismo.
Escupo una ola.
Y ya escupo otra ola.
Soy incapaz de distinguir sus movimientos. Mis ensoñaciones, atrapadas en las sístoles y diástoles del mar, me impiden distinguir la quebradiza horizontalidad de las aguas.
También yo sufro todos los Jueves Santos.
También yo envidio el don de alas,
las vertiginosas trampas del funambulista.
Recuperar sus labios en el aire.
El mundo -me digo- empieza en los otros, ellos son mi exilio.
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en “Bajo el cielo indeciso”, Calambur, Madrid, 2004
(Fuente: Jonio González)
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