PARAÍSO NÚMERO DOS
Un dios salvaje
está saltando feliz sobre un espejo roto.
ni un milímetro de lo que se podría comprender.
Aunque lentamente vamos entendiendo
por qué salta y por qué está feliz.
Todos tenemos puestos nuestros
trajes de amianto y nuestras escafandras.
Ya lo expliqué muchas veces, pero lo vuelvo a
hacer para quienes recién llegan: aquí el aire
es tóxico y el sol nos asesinaría si no fuera
por el amianto.
Suena la sirena que
anuncia la hora del almuerzo.
Empezamos a movernos con
torpeza de amianto.
Sabemos lo que vamos a comer:
arroz con pollo. La comida del almuerzo
es siempre la misma.
El dios que salta sobre los fragmentos
del espejo mueve su brazo derecho
para decirnos adiós.
-Después vuelvan. Yo voy a estar acá- dice.
******
No hay comentarios:
Publicar un comentario