«Cadena humana»
Tres poemas / Traducción de Paula Galíndez
Cadena humana
para Terence Brown
Ver las bolsas de harina que se pasaban de mano en mano
los voluntarios, en primer plano, y a los reclutas
disparando sobre la turba, volvió a prepararme
con las dos puntas sujetadas de un saco,
dos fajos cargados de cereal que había hecho asas
para usar de agarre, listos para arrojar;
la puja hombro a hombro, el un-dos, un-dos
hasta el remolque, y volver a encorvarme y arrastrar y agotar
con la siguiente carga. Nada superaba
ese breve alivio, la verdadera retribución de deslomarse.
Un soltar que ya no volverá.
O sí, una vez. Por todas.
La enfardadora
Todo el día el clanc de una enfardadora,
monótono, cardíaco,
tan pasado por alto
que atardecía cuando caí en la cuenta
de lo que estaba oyendo
y me perdía: las horas más ricas del verano,
como habían sido desde un principio,
de montacargas, todas sudadas,
y con la recompensa casi suficiente
del galope arreado del tractor
hacia el final del día
dando la última vuelta al campo de heno.
Pero lo que también recordé
mientras las torcazas arrullaban al borde
de doce hectáreas espigadas
y yo me paraba a inhalar la frescura
de ese eldorado crepuscular
de majestuosos cilindros de fardo
fue lo que dijo Derek Hill,
la última vez que se sentó a nuestra mesa,
que ya no podía soportar
ver el sol poniente
y pedía por favor que lo ubicaran
de espaldas a la ventana.
«La puerta estaba abierta y la casa estaba oscura»
en memoria de David Hammond
La puerta estaba abierta y la casa estaba oscura
por lo que hablé su nombre, aunque ya lo sabía:
la respuesta esta vez sería silencio
que me dejó parado escuchándolo crecer
hacia atrás y abajo y afuera, a la calle
donde al entrar (ahora lo recuerdo)
los faroles también habían estado extintos.
Me sentí, por primera vez allí y entonces, un extraño,
casi un intruso que quería salir volando
aunque entendí que aquí no había peligro,
solo retirada, un no tan hostil
vacío, como dentro de un hangar de medianoche
en un campo de aviación entre el verano que expira.
2010
Publicado por Salta el Pez Ediciones, 2024
(Fuente: Descontexto)
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