ovidio
La luz cae sobre la mesa del hombrecito
que repasa algunos fuegos y
descose las espaldas de la unidad.
La luz avisa que se va a ir
con una especie de apagación que
sobreviene y entra el desierto, la incierta
bada del hombre con su furia. Un perro
conversa con los astros y la casa
se Ilena de compafifas oblicuas
y chillonas. El mal esta ahi, sentado.
El hombrecito moja la piuma
en sangres que no existen, enredadas
en monstruos mismisimos y
paises visibles que crujen.
Pide bueyes que le arranquen el corazón
mientras revuelve los infiernos.
***
(Fuente: La comparecencia infinita)
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