"La visita del maniquí*"
"La verosimilitud no tiene ya ninguna
importancia." . G. Apollinaire
No es sólo soledad.
En el breve espacio
de dos seres atormentados
junto a su interna tempestad
deambulan ecos imposibles, voces heladas,
cerrazón interior...
(UN DÍA,
BAJO LA BRILLANTE CALIDEZ DEL FIRMAMENTO,
OBSERVAMOS EL CÁLIZ DE UNA FLOR;
ABATIMOS EL ALMA O LOS PÁRPADOS
JUNTO AL ALETEO DE UN PÁJARO FUGAZ.
Y LA NATURALEZA PENETRA EN NUESTROS POROS,
NOS INVADE DE SU PROPIO MISTERIO:
PARECE RECORRERNOS CON DIMINUTOS PIES DE FUEGO.
SIN EMBARGO, PUEDE MÁS EL MENSAJE
DE LOS CLÁXONES HISTÉRICOS
LA POLUCIÓN QUE HACE A UN LADO
EL PERFUME DE LA ROPA RECIÉN LAVADA
O EL HORMIGUEO DE LAS ABEJAS PLENILUNARIAS.
NUESTRA TRAGEDIA ES MÁS FUERTE
QUE EL TEMBLOR DEL ROCÍO
MÁS AUDAZ QUE LAS ESTRELLAS
MENOS FRÁGIL QUE EL AMOR
CUANDO QUIEBRA SUS ARISTAS
Y TRASMUTA SU LUZ EN CEGUEDAD SIN SUEÑO).
Dos hombres abatidos intercambian rencores.
Su esperanza se nutre de años-luz:
inalcanzable,
sin medición posible
en esa angustia sin límites
donde ya no caben los cuentos de hadas,
la fantasía sensual
o el ritmo acomodante de las palabras gastadas.
Hoy los visita el Maniquí.
Su fría certidumbre
hace temblar las lágrimas
y el tuétano de sus huesos.
Modernos Ulises
escuchan los cantos de sirena.
El Maniquí llamea.
Es fuego, helado fuego
sobre sus corazones inermes.
Y caerán abatidos.
La enajenación devora
la breve chispa de luz de sus ojos dormidos.
El Maniquí es cruel. Terrible.
Blasfema y los hará blasfemos.
Es ciego y borrará
la forma y el color de sus pupilas.
No más canto ni dulzura
de la voz al oído del vecino.
No al amor. Al nervio
que sostiene la intrincada
ramazón del espíritu.
El Maniquí vencerá porque su mensaje
es la voz de los cláxones histéricos,
porque la polución es el perfume del sistema.
El Maniquí vencerá
porque hoy en día,
ni siquiera la brevedad del crepúsculo
es capaz de conmovernos...
(UN DÍA,
LA ABEJA CIEGA DE LUZ
ANTE EL COLOR DEL IRIS,
VOLVERÁ LA ESPALDA AL MANIQUÍ:
NOSOTROS NO TENDREMOS FUERZA
NI ALIENTO PARA ELLO,
A MENOS QUE UN MILAGRO
DETENGA LA EXACTITUD DE LOS RELOJES).
* (A propósito de la obra teatral de igual nombre, del artista guatemalteco Abel Lam. Nov. 1978).
Delia Quiñónez en Otros poemas (1982), incluido en Poetisas desmitificadoras guatemaltecas (Tipografía nacional, Guatemala, 1984, ed. de Luz Méndez de la Vega).
(Fuente: Asamblea de palabras)
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