llevo a chile metido en los bolsillos del alma
En Praga me doy un respiro y tomo asiento al borde de las soleras
y admiro las cúpulas de las catedrales
milenarias, cómo arañan las
nubes:
entretanto constato mi tristeza,
aunque el optimismo
derrote
a los decretos de la dictadura.
Si en Lima releo a Bertolt Brecht y si me interrogo de qué modo
los Incas edificaron Machu-Pichu,
mi terrestre residencia insiste
con su parrilla -eléctrica
con sus descargas en los genitales;
y sus bríos dilucidan esos orígenes
y ponen término
al interrogatorio de este anillo, inmisericorde
estrangulador
que no quiere descanso.
Donde sea -que mi ostracismo sea transterrado-
muerdo sabor a lo perdido
pues quien tuvo a Chile
duele en carne propia no tenerlo.
Donde será que sea, reconozco a los invictos de mi patria,
sus torturas y desaparecimientos,
enumero nuestros castigos.
Soy el conservador de una especie en extinción.
Estas vivencias y designios
certifican mi paso por la tierra.
en: Goldschmidt Wyman, Eva. Los poetas y el general. Santiago de Chile: LOM, 2002, pp. 215-216.
(Fuente: La comparecencia infinita)
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