Yo habito un dolor
René Char |
No
dejes el cuidado de gobernar tu corazón a esas ternuras parientas del
otoño del que ellas toman su plácido aspecto y su afable agonía. El ojo
es precoz para plegarse. El sufrimiento conoce pocas palabras. Prefiere
acostarse sin carga: soñarás con el mañana y tu lecho te será leve.
Soñarás que tu casa ya no tiene vidrios. Estás impaciente por unirte al
viento, al viento que recorre un año en una noche. Otros cantarán la
incorporación melodiosa, las carnes que sólo personifican la hechicería
del reloj de arena. Condenarás la gratitud que se repite. Más tarde, te
identificarás con algún gigante disgregado, señor de lo imposible.
Sin embargo.
No
has hecho más que aumentar el peso de tu noche. Has vuelto a la pesca
en las murallas, a la canícula sin verano. Estás furioso contra tu amor
en el centro de una comprensión que enloquece. Piensa en la casa
perfecta que nunca verás elevarse. ¿Para cuándo la cosecha del abismo?
Pero has vaciado los ojos del león. Crees ver pasar la belleza por
encima de las lavandas negras.
¿Qué es lo que te ha izado, una vez más, un poco más arriba sin convencerte?
No hay sitio puro.
Traducción de Raúl Gustavo Aguirre
(Fuente: Alpialdelapalabra)
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