domingo, 4 de agosto de 2024

Marosa di Giorgio (Salto, Uruguay, 1932-Montevideo, 2004)

 


Aquella muchacha escribía poemas; los colocaba cerca de las 
hornacinas, de las tazas. Era cuando iban las nubes por las 
habitaciones, y siempre venía una grulla o un águila a tomar el té 
con mi madre.
Aquella muchacha escribía poemas enervantes y dulces, con 
gusto a durazno y a hueso y sangre de ave. Era en los viejos 
veranos de la casa, o en el otoño con las neblinas y los reyes. A 
veces, llegaba un druida, un monje de la mitad del bosque y 
tendía la mano esquelética, y mi madre le daba té y fingía rezar. 
Aquella muchacha escribía poemas; los colocaba cerca de las 
hornacinas, de las lámparas. A veces, entraban las nubes, el 
viento de abril, y se los llevaban; y allá en el aire ellos 
resplandecían; entonces, se amontonaban gozosos a leerlos, 
las mariposas y los santos.
 
 
(Fuente: Alan La Veglia)

 

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