El día que mi vida cambió
Entré en un café,
el verano aumentaba con las paredes;
la ciudad estaba pintada de blanco.
Me apoyé en el mostrador, una pose habitual en mí.
por momentos en lo que me pasaba.
"Nadie se mueva, es un procedimiento".
Ni se me había ocurrido irme,
estaba fresco con una copa delante mío.
"Che, ¿usted es identificable?".
"Cómo no, vivo en el segundo piso ascensor
y vengo a bailar un tosté".
"Te vamos a volver a la realidad,
¿dónde trabajás?".
"Soy económicamente independiente,
todo el mundo me admira".
"¿Sabes quién soy,
mejor dicho, a quién respresento?".
"A nadie le pregunto por su vida,
la mía me preocupa demasiado".
"Las leyes, che, las leyes, ¿qué llevás en el bolsillo?".
"Si no es una carta de amor que no mandé
debe ser un boleto capicúa,
nada más espero de la vida".
"Si supieras lo que te espera
no hablarías tanto".
"Yo hablo tan poco sobrio,
tan pocas veces tengo un interlocutor interesado.
¿Quién me pregunta por qué bebo,
por qué estoy tan triste'".
"¿Esto qué es, un escrito o un pedazo de basura?".
"Siempre me digo lo mismo,
ya no me reconozco más,
qué se hizo de mi pasado".
"Así que tenés antecedentes".
"Una vez jugué mi corazón,
robé un amor,
entré por la ventana de sus ojos;
del antifaz de mi vida
solo quedan cartuchos gastados".
"Jefe, es uno que amenaza a la seccional".
"Pálpenlo de armas".
"No me toques el ventrículo derecho. Ahí es donde duele".
Me tocaron el ventrículo derecho, el izquierdo, donde habitualmente escondo el último sueño,
una ilusión desarmada
de los bandidos que roban a los ricos
y lo reparten entre los pobres:
Guillermo Tell, Di Giovanni, Mate Cosido,
hombres de armas llevar,
Lampeón, Bairoletto.
Me agarraron con las manos en la masa,
estaba pensando escribirle algo al Che Guevara.
Poemas cortos de genio, 1970.
(Fuente: Ariel Montesinos)
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