SELECCIÓN DE SU OBRA
SELECCIÓN DE SU OBRA
Dos de las catorce partes de «Esa materia que se fuga» (2023)
HE VISTO SOMBRAS EN CÁMARA LENTA…
He visto sombras en cámara lenta,
palmeras pintadas en la pared, mentirosas,
grietas en el esmalte, y tras la grieta el sentido
que consiente en mostrarse
(algo al caer el esmalte, los revestimientos,
consiente en mostrarse,
al caer las cartas de presentación,
los eufemismos contra la intemperie).
Lo que sale a la vista, porque, a pesar de todo, estaba.
II
Detrás de las grietas, de los
descascaramientos,
consiente en mostrarse,
de la fisura,
de lo que no aguantó,
consiente en mostrarse,
del ruido del tránsito,
o en el ruido del tránsito,
por sus motivos que no entiendo,
de lo que dura, aunque
sea en pedazos,
de la luz que se extingue,
ahí detrás
y adelante
consiente en mostrarse
(lo que, al-
guna vez,
consiente,
cuando consiente,
se supone, en
mostrarse).
En el punto de fuga
consiente en mostrarse
como un precario flash,
en la esperanza en deflación,
en la salida del sueño,
en lo que, en general,
digamos, se cayó
¿consiente en mostrarse?
III
Algo (“sentido” o
como se lo llame),
como si un leve flash,
consiente, al
caerse lo que, con
su confección vistosa, tapa,
a, para bien o mal, mostrarse
y se deshace sin llovizna siquiera,
para que nada pueda decirse hasta el fin.
IV
He visto atrás del fin otro fin
o tal vez un principio
o el suave ondear del polvo en
el rayo de luz,
sin que haga falta nada más a la escena.
V
He visto ondear, en un rayo de luz, las partículas
y eso era todo, no hay milagro en lo real.
Ninguna historia empieza ni termina en el punto
donde las cosas resplandecen su estar.
VI
Y una silueta de mujer he visto condensarse en la tarde
y abrir o hacer con su paso la tarde
como si ya ninguna duda contara
y el tiempo encontrara su razón de estar
o al fin cesara la guerra con el tiempo.
VII
Oí al mundo rodar, al amanecer, tras los vidrios
y el silbo ominoso, antes del alba, de un zorzal.
Ruido de mar venía, sentí, ahí, tras la ventana
(y no era el mar, era el tránsito en marcha).
HE VISTO LIBROS DE HISTORIA RECICLADOS
He visto libros de historia reciclados,
su obstinación, con razón o sin ella,
fuera de toda condena o salvación,
siempre a destiempo.
He visto almas recicladas,
almas sin revisar
almas con parches ostentosos,
almas que perdieron su revés,
almas perfectas en su perfección perfecta,
almas que hallaron al caer su redención
y almas ya libres de alma,
puestas nomás a ser eso que son,
por un ratito, al menos,
es decir para siempre.
II
He visto la saga de los asesinos,
su savoir faire, su expertise, su glamour,
las marcas que deja su paso en los cuerpos,
su buena salud,
su hacer nido en las almas,
su password para todo,
su vocación de futuro.
Su impermeabilidad, sus cucardas, su porte,
su sagrada libido, su desmadre sagrado,
su menefrega invicto, su vocabulario ad hoc,
sus bedeeseeme, su sitio en la grilla,
su “te la debo”, sus facilidades extendidas.
He visto sus blancas deposiciones brillar,
un dedo sin brazo, una ventana sin pared,
una disposición para los buenos negocios,
una facilidad para entender todo ahora mismo,
una lengua ya libre de misterios.
II
He visto gimnastas en su caldo,
he visto autos usados en su limbo,
y autos ardiendo también vi, grandiosos
como la caída del Imperio Romano.
O el deshacerse, ya no sé si en sueños,
de una tarde en el mar.
He visto las barcas que al oscurecer retornan.
Y vi los grandes relatos derrumbarse
sin estruendo ni música,
sin libreto ni the end,
y vi sus restos listos a encenderse
en el cambiante límite entre la sombra y la luz.
III
He visto a grandes mentes de mi generación
dar vueltas y vueltas, y eran tornillos sin rosca,
en el embudo infinito del espejo del baño, las vi
caer de cabeza en el amor y sacudirse el pelaje,
atarse a un mástil para que ningún canto las llame, remar
en letra impresa, en tramas de palacio,
las vi al trasluz de la tumba que aguarda
y la carne que tienta mientras va deshaciéndose
y la carne que tiembla sin pretextos que valgan.
Las vi cruzando una frontera desierta, marcando
los utensilios, las connotaciones,
precarias al fin, aventuradas, probables.
Tercas en su impensable gesta de seguir.
Cosa que a nadie parece importarle,
para su bien, probablemente, o su mal.
(Fuente: Gilgamish, Poesía y Política)
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