LA INCISIÓN EN LO TERRENO…
La incisión en lo terreno, otra vez. La orilla desciende
abrupta, hasta el mar.
El paisaje ya no constituye un todo y el horizonte,
está cubierto por la niebla múltiple de la metamorfosis.
Las cosas se han convertido en mesura del hombre.
Y el ayer se escapa antes de que la barca lo recoja.
Ve hasta el puerto.
Las barcas aguardan todas las noches, invisibles,
para llevar hacia el este desconocido de la noche
la flota de los humanos: ¡oh, incisión que atraviesa el
tiempo!
¿Existió alguna vez un ayer? ¿Quiere burlarse de ti?
¿Existió alguna vez la madre? ¿Existió alguna vez lo que te
llevó en su seno?
¿Existe el retorno al hogar? Nunca existe el retorno,
siempre hallas, en tus encuentros, aquello que te está
destinado.
Por eso no es necesario que busques, mira únicamente.
Contempla el flujo y el reflujo tranquilos,
contempla la metamorfosis en la escisión,
la pausa entre lo visible y lo invisible
en que se resuelve la escisión,
allí a donde vuelven las cosas hechas por el hombre,
indefensas al término de su poder. En eso se cumple
todo.
Ve hasta el puerto.
Cuando el atardecer se cierna sobre los muelles
y el mar sea un espejo tranquilo,
observa allá donde el ayer se convierte en mañana
antes de que se cumpla.
El paisaje está dividido,
pero tu saber es mayor que tú mismo.
Espolea de nuevo tu conocimiento
para que tu saber lo alcance
antes de que caiga la noche.
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en “Voces”, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2009. Trad. de María Ángeles Grau. En la imagen, Hermann Broch (Viena, Austria, 1886-New Haven, EE.UU., 1951 / El País)
(Fuente: Jonio González)
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