Guiso al estilo de Oporto
Guiso al estilo de Oporto
Un día, en un restaurante, fuera del espacio y del
tiempo,
me sirvieron el amor como guiso frío.
Dije delicadamente al misionero de la cocina
que lo prefería caliente,
que el guiso (y era al estilo de Oporto) nunca se
come frío.
Se impacientaron conmigo.
Nunca se puede tener razón, ni en un
restaurante.
No comí, no pedí otra cosa, pagué la cuenta,
y me fui a pasear por la calle.
¿Quién sabe qué quiere decir esto?
Yo no lo sé, y me pasó a mí…
(Sé muy bien que en la infancia de todos hubo un
jardín,
particular o público, o del vecino.
Sé muy bien que nuestro juego era dueño de él.
Y que la tristeza es de hoy).
Sé eso muchas veces,
pero, si yo pedí amor, ¿por qué me trajeron
guiso al estilo de Oporto frío?
No es plato que se pueda comer frío,
pero me lo trajeron frío.
No me quejé, pero estaba frío.
Nunca se puede comer frío, pero vino frío.
-
Álvaro de Campos
S/d.
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No quiero, Cloe, tu amor, que oprime
porque me exige amor. Quiero ser libre.
La esperanza es un deber del sentimiento.
-
Ricardo Reis
1/11/1930
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Aquí se está sosegado,
lejos del mundo y la vida,
lleno de estar sin pasado,
hasta el futuro se olvida.
Aquí se está sosegado.
Tenía gestos inocentes,
sus ojos reían profundos.
Pero invisibles serpientes
la volvían de este mundo.
Tenía gestos inocentes.
Aquí todo es paz y mar.
Lejos la vista se pierde
sola, ya empieza a tornar
en sombra el azul que es verde.
Aquí todo es paz y mar.
Sí, podría haber sido…
Mas deseo ni razón
nunca al mundo han conducido
a placer o conclusión.
Sí, podría haber sido…
Ahora no olvido y sueño.
Cierro los ojos y al mar
oigo, y oyéndolo, creo
que veo al azul verdear.
Ahora no olvido y sueño.
No fue a propósito, no.
Que sus gestos inocentes
tocaban mi corazón
como invisibles serpientes.
No fue a propósito, no.
Duermo y muy solo despierto.
¿Qué sucedió con mi vida?
Aspas de un molino yerto:
un movimiento sin lidia…
Duermo y muy solo despierto.
Nada explica ni consuela.
Todo está bien, aunque nos
lastima y nos desconsuela
que uno no pueda ser dos.
Nada explica ni consuela.
-
Fernando Pessoa
29 /3 / 1929
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De CARTAS A OPHELIA
De CARTAS A OPHELIA
26 de septiembre de 1929
Ophelinha pequeña:
No sé si me quiere, pero voy a escribirle esta carta por eso
mismo.
Como me dijo que mañana evitaría verme entre las cinco y
cuarto y las cinco y media en la parada del tranvía que no es de allí,
allí estaré exactamente.
Sin embargo, como se da la circunstancia de que el señor
ingeniero Alvaro de Campos tiene que acompañarme mañana
durante gran parte del día, no sé si será posible evitar la presencia
—por lo demás agradable— de ese señor durante el viaje a ciertas
ventanas cuyo color ahora no recuerdo.
El viejo amigo al que me acabo de referir, tiene además algo que
decirle. Se niega a darme cualquier explicación de lo que se trata,
pero espero y confío que, ante su presencia, tendrá ocasión de
decirme, o decirle, o decirnos, de qué se trata.
Hasta entonces permanezco en silencio, atento e incluso
expectante.
De modo que hasta mañana, boquita dulce,
Fernando
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Fernando Pessoa & Antonio Seguí
Cartas a Ophélia
Traducción: Alejandro García Schnetzer, 2010
Prólogo: Antonio Tabucchi, 2010
Ilustraciones: Antonio Seguí
(Fuente: Cecilia Pontorno)
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