Jonio González | Poemas éditos e inéditos - Textos seleccionados y organizados por Luis Alberto Vittor y revisados por Jonio González
De: El oro de la república (1982)
NACHT UND NEBEL
I
pura bestia
se desangra
a fuerza de golpes
que le han dado
duros palos
cierta noche
por ayeres
pregunta no obstante
se responde
difícil lugar para vivir
y sin embargo
II
la araña recuerda
lo que en distracción
perdió de vista
calcula el lugar
en que destellará
su tela
no abre las manos
no reposa
recorre el árbol
de rama a rama
atravesando el aire
conoce el rostro
del que se echa a morir
entre sus hilos
ERDOSAIN
hiere a dios
con el filo
de su propia
moneda
EPIGRAMAS
I
de tus palabras no nació la libertad
amor mío
de la contemplación de tu cuerpo
no extraje pepitas de oro
ni violencia de perros que se muerden
a la sombra de los ministerios
me obligaron a amarte
a la luz de las conspiraciones
y de los decretos
II
me animaría a mirar tus ojos
de aquí hasta roma
a aprenderme de memoria tus cartas
y la música de tu silencio
me animaría a pecar por vos
y cargar bolsas de sal
hasta lo alto de los barcos
como mi padre al finalizar la guerra
puerto de barcelona
año mil novecientos treinta y nueve
De: Muro de máscaras (1987)
JOHN CAGE: PALABRAS PARA MARCEL DUCHAMP
Parece que hubiera avanzado
mucho, pensó, pero no puedo
haber llegado lejos porque
aún estoy con vida.
Ambrose Bierce
hazte a la medida
de tu incertidumbre
JUGUETE RABIOSO
Acaba de comprenderlo todo.
Jules Verne
¿No era ésa la ley de la vida?
Jack London
dispón las redes
y husmea
la losa arde
el vientre del comercio humano
15 AVENUE JUNOT, DE TRISTAN TZARA A ADOLF LOOS
yo descubrí que mi casa se hallaba
ubicada precisamente en una parte así
del universo, retirada y siempre nueva y sin mácula.
Henry David Thoreau
querido amigo:
este palacio
es un árbol para mí
en cada rincón aún perdura
el esfuerzo de un hombre
tengo a bien gozarlo
como una presa fugaz
un artefacto de mi organismo
cuando abandone
la clandestinidad de mi negocio
prometo visitarlo
con los ojos inesperados
de la tierra
De: Últimos poemas de Eunice Cohen (1999)
VIRAGO
I
los niños caminan delante
de algún lugar llega
la voz del que iba a ser mi esposo
sus alas se cierran como la noche
y sólo permanece el brillo de la perla
en mi cuello
hay un animal extraviado
en cada hombre
en cada mujer
una roca tallada por el agua
II
la próxima palabra
será incomprensible
ah corazón deja de hablar
no me aturdas una y otra vez
con tu mirada decente
con tu camisa limpia
se sienta a la mesa
bruñido por el sol de mis batallas
III
era su consuelo
su predilección
el aliento de su vida
una eternidad
mira al cielo
cada estrella zigzaguea
en busca de su lugar
y ahora cierra la casa
vete
RABINO
si todo peso es ligero
con respecto a otro
y la moneda en la mesa
es un signo del hambre
si una vara de oro
mide igual
que una vara de sueño
¿por qué apoyar la frente
en la luz
a la hora doméstica
en que la verdad se revela?
sólo el hombre justo
sabe que no lo es
ALIBI
no estaba lejos
aquel resplandor alado
aquel susurro de luz
que ponía fin a todo
(avísame cuando se hayan ido)
y yo
aferrada al pasamanos
como el liquen
que muerde las rocas
me apartaba del silencio
para regresar al silencio
me desvanecía como la hierba
en el estrépito del fuego
ATROPOS
si enciende la luz
estas flores pierden su color
indiferente
la penumbra esparcía
su aroma por la casa
estoy de pie frente al espejo
y oigo sus pasos en la sala
también en la penumbra
se marchitan
TIGRESA
una mirada
dos miradas
su respiración apenas si se agita
este mesías
yace mudo a mi lado
inválido
en su inteligencia
VERÓNICA
el párpado es un grito
la boca apesta
y hay espinas
donde la llama desciende
nublando la vista
mírate
despojo con tu nombre
al margen del camino
hacia tu cuerpo verdadero
en cada llaga la promesa
que simule el silencio
PERRO NEGRO
el hacha de los actos
semeja el pensamiento
una palabra es una palabra
yo disipaba tu realidad
te esperaba cada tarde
eufórica
doméstica
una palabra es una palabra
y la cuerda que te até al cuello
fue la cuerda que me até al cuello
un señuelo
una palabra es una palabra
no deja deuda sin cobrar
RETRATO DE ANNIE
algunos conocen la aventura
están sujetos a la tierra
como a un espanto
yo no soy mía
más que de esta mano
que recorre mi cuerpo
frente al espejo
ah oscura luna desheredada
desazón del oro en la moneda
FESTÍN SALVAJE
sobre el plato una batalla
en que no alcanzas a oírte
los labios se cansan de reír
hay un cadáver dispuesto
que no profetiza su belleza
le hincas el diente y sabe a tierra
le hablas pero no responde
y el sendero se arrastra bajo tus pies
buscando otra mesa
donde justificar el hambre
PENTIMENTO
junto a los poemas de Eliot
la foto de Annie
—imposible no recordar
el Retrato de una dama
especialmente ahora
que "el último polaco! suena en la radio
y he quitado las flores marchitas
del jarrón—
hay una evanescencia
diríase que voluntaria
en el aire
todo lo que ha desaparecido
se concentra en una idea
que desaparece
—también ella—
antes de que logre tomar forma
en la reluciente superficie
del espejo
me aliso el vestido
su rostro asoma por detrás de mi hombro
viene en busca de mí
como de la muerte
FOTOS
la primera vez la última
de pie sentada
sangre y huesos
la piel flexible
¿de qué reíamos?
¿por qué esa mirada absorta?
¿en qué?
aquel vestido
la brisa despeinándonos
en una calle
un brazo alrededor de mi cintura
ven y mira
aquel verano
la vida era
esas risas
ese vestido
esa corrupción detenida
De: El puente (2001)
a cielo abierto se hundían los barcos
en el limo verde y espeso los veíamos desaparecer
—el agua hervía en torno a ellos—
y creíamos que sus viajes los habían justificado
jamás nos preguntamos si semejante pensamiento
respondía a alguna clase de ignorancia
el encuentro de los náufragos
suele ser silencioso
explican su participación en la tragedia
con frases intercambiables
pasado el tiempo pretenden olvidar
o no pueden olvidar
o no se permiten olvidar
viven sedientos del agua
que les llega al cuello
¿con los ojos de quién me miro
cuando me miro en el espejo
quién lee las palabras que leo
me roza al pasar
toma mi muñeca por un fugaz instante
y se pierde
en el recuerdo del deseo
cuando llaman a otro
es a mí a quien llaman
mientras esperábamos que el enemigo temblase
él iba haciendo el recuento de nuestros rostros
sin separar un día de otro
un acto de otro
una mirada
todos éramos uno
al fin
En: Venecia negra, de Javier Cófreces y Alberto Muñoz (2003)
LA LAGUNA
no busco mi sombra
en las sombras que proyectan los palacios
sin embargo
mi silencio apenas se distingue del rumor de las islas
con cada palada se precipita una estrella
entre la oscuridad y el abismo
De: Ganar el desierto (2009)
UN NIÑO JUEGA...
un niño juega
entre las piedras
que de mayor arrojará
a la frente del recuerdo
no sabe nada
del ligustro
y los horneros
de la sombra que proyecta
sobre las roderas
no interroga la hierba
ni a las avispas que liban
el agua de la bomba
despierta una mañana
y está en otro tiempo
le dicen que es el mismo
que si mira hacia atrás
verá el camino
se detiene
y mira
lo enceguece el brillo del sol
en la moneda
HAS VISTO EL FUEGO...
¿has visto el fuego
entre la nieve
los pájaros
en los ladridos
del humo?
venían
hacia nosotros
enviaban sicarios
éramos
el nido que se escarba
la ventana que se ciega
el paso perdido
más allá del cerro
las balas
olían a huerto
tras la lluvia
De: La invención de los venenos (2015)
CONOCIMIENTO
I
¿Cómo brutalizas
a un hombre?
¿Cómo le tiendes la mano
para que te la corte?
¿Cómo haces descender
la niebla
sobre la montaña
hasta cubrirla toda?
II
El agua del deshielo
arrastra hojas.
El hombre que ha perdido
la mano
se detiene para hundir
en ella
aquello que le falta.
No distingue lo distinto
de lo semejante,
la ausencia
de lo que se tiene.
Echa de menos
cuanto sujetaba
cuanto perdía
las formas de lo innecesario
de lo inevitable.
III
Ahora esperas un viento de tormenta
el artífice de la furia que desencadenaste
lo que hizo que perdieras
el volumen de los cuerpos
y las cosas
los cuerpos
y las cosas
el tiempo que es el tiempo
que se tarda en poseerlas.
DEUDA
imagina
la hoja que el viento
arranca arroja
arrastra
recoge
para arrojarla
de nuevo
puedes escribir
acerca de ello
hasta llenar bibliotecas
crear dioses
escuelas filosóficas
seguirán arrancándote
lo que tienes
COMO UN CRISTAL ES EL SECRETO
I
debajo del pan
el aire
la espera del destino
en el último rincón
al amparo
de la transparencia
de las maneras de la sed
haz memoria
¿cuál era el nombre?
¿en qué línea deslizó la tinta
el eco de la hierba que arde?
II
no subes a respirar
ni abres la puerta
apoyo
cansado
la cabeza
en el vientre del error
la ganancia
es arena
en la tormenta
III
sabes que una imagen
es la mera
obstinación
de su pasado
y como el proverbio
de un necio
la huella
de una piedra
en el agua
traficas con el oro
de los muertos
escupes la pena
de sus faltas.
Poemas Inéditos (2016)
PRECIO
anegado el páramo
el nombrado paga
cansado de cada palabra
de cada silencio
con cada silencio paga
con cada palabra
paga el desterrado
el olvidado
el que se aleja
paga por la distancia
por extraño
paga por la sed y por el agua.
SUEÑOS EN CUBIERTA
I
tienes que conducir
este barco y a esta gente
adonde han de ir
tienes que abrir las puertas
que ellos y tú desconocéis
se abrirán hacia este barco
y esta gente
e ignorarás cuanto veas
e ignorarán cuanto vean
y esa será la señal
de que habéis llegado
II
¿qué vendrá después?
¿qué esperas que venga?
¿el retrato de ella
las huellas de tus hijos en el barro?
¿reflejos que son como el reflejo
de un cuerpo a punto
de desvanecerse?
¿y si ese cuerpo fuese el tuyo?
¿y si te condujera a otra puerta?
¿y si esa puerta no se abriese
aunque te pasaras llamando
el resto de tu vida?
III
harás un pacto
apoyarás la mano
sobre la losa helada
no será frío lo que sientas
sino el rumor
de voces que te llaman
y cada recuerdo
sellará la boca
del que miente
JONIO GONZÁLEZ nació en Buenos Aires en 1954 y vive en Barcelona desde 1983. Junto con Javier Cófreces fundó, en 1981, la revista de poesía La Danza del Ratón. Ha sido traducido a varias lenguas e incluido en diversas antologías, entre ellas Una antología de la poesía argentina (Santiago de Chile, 2008), Doscientos años de poesía argentina (Buenos Aires, 2010), Antología de la poesía argentina de hoy (Barcelona, 2010), Poésie récente d’Argentine: Une anthologie possible (París, 2013) y La doble sombra: Poesía argentina contemporánea (Madrid, 2014). Ha publicado los siguientes poemarios: Onofrio. Grupo de Poesía Descarnada (con Javier Cófreces y Miguel Gaya, Buenos Aires, 1978, reeditado en 2008), El oro de la república (Buenos Aires, 1982), Muro de máscaras (Buenos Aires, 1987), Cecil (Buenos Aires, 1991), Últimos poemas de Eunice Cohen (Barcelona, 1999), El puente (Vic, 2001; Buenos Aires, 2002), Ganar el desierto (Buenos Aires, 2009) y La invención de los venenos (Buenos Aires, 2015). Como crítico musical ha sido responsable de la sección de jazz de la revista Lateral y miembro del consejo de redacción de Cuadernos de Jazz.
(Fuente: Analecta Literaria)
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