UN POEMA DE TODAS LAS NANCYS
La domesticación de los afectos
Yo había sido hermosa
como un club campestre
mi belleza periférica y mi amor
se sostuvo con pitas y mala hierba
y superficies melosas
mi amor, el asunto transversal
en un cuarto de pensión sin ventanas
yo había sido veloz
y valiente
politeísta, compatriota
corta de vista, de buen talante
gran protagonista de esta, mi
boda
el mejor evento para la deuda emocional:
enfocada en cortar las pequeñas panzas
llenas de maicena de mis amantes
con exuberancia latina, qué tremenda
persona
qué emociones fuertes
ya adulta ya casada
ya lejos de la vida no gobernable
mírala, su blonda de novia atravesada por
animales y dientes
tu agridulce, tu sana
tu guerra balcánica
me oscurezco como una ermita
la farsante, la afamada
cazando fortunas con el cuerpo limpio y solo
con el cuerpo vengándose
desalada, magnífica pero a qué precio
seré bella pero a qué precio
sí, hubo un amante, el varón santo
con música bajita más allá de la especie
mi amante desde su catedral se lanza
y se recupera: sí, mi carismático
y todavía sus mosaicos brillantes! todavía solares!
todavía cúpula! Giotto!
pasó también que mi marido resultó
céntrico y visible
bien ejercitado en las pruebas de lealtad
resarcido, se dejaba ver como la fachada
no terminada de un edificio
me gustaba el sonido de su culpa,
acaramelada, de verdad
se arrepentía
de sus otras mujeres, aquellas
otras unidades de medida:
por entonces su cuerpo era opaco y yo lo bendecía
escarmentado se paraba en el centro de la alfombra
como un pichón lamido por su madre
y la boda volvía a empezar
con canapés y borlas y mariscos
y cuerpos estrechados, decorados, buscándose
celestes, salvajes como el frío
yo había sido hermosa
como una relación de pertenencia
una mentira
muy tierna
abriéndome el costado
María Belén Milla Altabás
Todas las nancys
Ediciones Liliputienses
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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