Liquen y piedra
La piedra calla.
Sabe que en el empeño del liquen
se esconde un drama atroz.
No está claro
si rehúsa esa cercanía
o bien la propicia
en una imperceptible danza.
Los elementos de la fortuna
La ventana abierta
admite pocas discrepancias:
al otro lado del río
persiste la casa abandonada.
La hiedra en la fachada
parece un lunar de sangre.
Adentro está el jardín,
el lugar que adornamos
con los elementos de la fortuna.
Afuera solo el brillo de la piedra del Tormes
y la ruina de lo que alguna vez fue un hogar.
La casa a punto de derrumbarse
tensiona una tragedia tan rotunda
como la de la casa sin terminar.
Trivium
Por años he regado una planta
abandonada por alguien
al despedirse.
La he visto crecer,
orientar sus hojas
en dirección de la luz.
Ese impulso ha doblado su tallo.
Dependiendo del ángulo
desde el cual se mire,
en ocasiones adquiere
la forma de un signo de interrogación.
Otras veces es el dibujo
de una encrucijada
de tres caminos.
Ambas figuras hallan
en la planta la posibilidad
de una historia que las redima.
A veces una pregunta
anuncia caminos que se cruzan,
fragmentos de algo
que pide acontecer.
Herencia
Camino
con los zapatos de mi hijo,
con paso acelerado
recorro las calles
que ambos transitamos sin pensar
en los itinerarios de la prisa.
Los zapatos que mi hijo deja
son su manera de empezar
a criarme como al niño
que él un día fue
y que ahora se difumina
en la severidad
de su nueva piel de hombre.
Declaración
Esto no es una ciudad, es un osario.
Y en medio de esta huesera
acecho y me sorprendo
de mi cuota de costumbre,
un esqueleto que sortea
ejércitos de párvulos.
(Fuente: Distropika)
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