jueves, 4 de marzo de 2021

Néstor E. Rodríguez (República Dominicana, 1971)

 

 

Liquen y piedra


La piedra calla.

Sabe que en el empeño del liquen

se esconde un drama atroz.

No está claro

si rehúsa esa cercanía

o bien la propicia

en una imperceptible danza.




Los elementos de la fortuna


La ventana abierta

admite pocas discrepancias:

al otro lado del río

persiste la casa abandonada.

La hiedra en la fachada

parece un lunar de sangre.

Adentro está el jardín,

el lugar que adornamos

con los elementos de la fortuna.

Afuera solo el brillo de la piedra del Tormes

y la ruina de lo que alguna vez fue un hogar.

La casa a punto de derrumbarse

tensiona una tragedia tan rotunda

como la de la casa sin terminar.





Trivium


Por años he regado una planta

abandonada por alguien

al despedirse.

La he visto crecer,

orientar sus hojas

en dirección de la luz.

Ese impulso ha doblado su tallo.

Dependiendo del ángulo

desde el cual se mire,

en ocasiones adquiere

la forma de un signo de interrogación.

Otras veces es el dibujo

de una encrucijada

de tres caminos.

Ambas figuras hallan

en la planta la posibilidad

de una historia que las redima.

A veces una pregunta

anuncia caminos que se cruzan,

fragmentos de algo

que pide acontecer.





Herencia


Camino

con los zapatos de mi hijo,

con paso acelerado

recorro las calles

que ambos transitamos sin pensar

en los itinerarios de la prisa.

Los zapatos que mi hijo deja

son su manera de empezar

a criarme como al niño

que él un día fue

y que ahora se difumina

en la severidad

de su nueva piel de hombre.






Declaración


Esto no es una ciudad, es un osario.

Y en medio de esta huesera

acecho y me sorprendo

de mi cuota de costumbre,

un esqueleto que sortea

ejércitos de párvulos.

 

 

(Fuente: Distropika)




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