dos poemas
Lo
tuyo que permanece en reserva se aproxima a pesar de la resistencia de
las olas pobladas de infinidad de peces sin nombre. La imprecisión en el
lenguaje parece asegurar que los peces continúen inalcanzables, a una
distancia abisal de tu mano. Una imagen de la fragilidad no garantiza la
destrucción de los bordes que le dan forma a aquello que sostienes. Un
cuerpo ingresa en el mar sabiéndose incapaz de sortear el rompimiento de
las olas contra formaciones rocosas que nos anteceden. Digo tu mano por
decir tu mano y su extensión, anticipo que lo único a lo que accederé
será a tu extremidad agitando las aguas. Una vez soñé que escribía un
poema para ti y el mar se recogía iracundo. No recuerdo bien cómo
terminaba el sueño o si era interrumpido por el miedo a que una ola me
arrastrara hasta el lugar en el que vives. No quiero pensar que escribir
es la manera de dar forma a ese sueño. El mar se recoge, los peces se
reagrupan, tú no estás en casa.
~
Los
animales se repliegan a sus cuevas, los cazadores vuelven a sus casas,
el bosque se restaura a un estado anterior al fuego y el mar se recoge
llevando consigo peces y toneladas de basura. Como residuo de un
paisaje, permanece una figura opaca sobre la nieve que mengua entre las
piedras. Un cuerpo seriamente mortificado por lenguaje, dice una voz a
distancia, mientras otra responde: También están los desiertos
matinales, tapados de animales muertos. Voces circulan y nos ignoran.
Alguna vez construimos un mundo poblado de nuestras palabras. Un cuerpo
convulsiona entre las piedras y ningún poema lo toca.
***
Los Inadaptados
(Fuente: La comparecencia infinita)
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