jueves, 16 de enero de 2025

María Helena Giraldo (Colombia, 1959)

 

Escabel

Hacedor de milagros

Escrituras

 

Tu cuerpo, átomo de humanidad

sonido en la luz

Habitas entre los catetos y la hipotenusa de

una ciudad que agoniza

El cuerpo fragmentado por los clavos

devuélvele a la humanidad el brillo de tus

ojos.

Esta ciudad de sordos y ciegos repite su

crucifixión todos los días.

Enséñanos que el vacío llega en la noche y

continúa en el día.

Vacío cuando nacemos al mundo y, al final,

ceniza y vacío.

 

 

Inútil laberinto

 

La locura de una ciudad siempre se ocupa

de lo mismo.

El polvo oculta los crímenes

¿Cuántas veces predicaste en el desierto?

Un compás de espera y silencio.

Caen los espejos, la escena se vivifica en otro

hombre.

 

 

Hacedor de milagros

 

No te refugies en los extramuros.

Ve a tientas, para no tropezar con muertos y

bandidos.

Mira al revés de las cosas, míranos con ojos

de duda.

En la ciudad todo vale:

espadas

rezos

iglesias

burdeles

y un inocente en las manos de un verdugo.

 

 

El olor de los árboles

 

Cuando aspiro el olor de los árboles te

alabo.

La brizna pronuncia tu nombre y la música

del bosque oración de los pájaros.

Comulgo contigo en la grandeza de lo que

existe.

El agua se torna vino, la tierra cuerpo, y

mi boca como un jarrón de vida saborea

tu nombre, hecho de letras y lluvia, ecos y

guadua.

Me siento tan llena de ti, otro Dios en

armonía con el universo.

De mis manos brotan los días y recreo de

nuevo el mundo.

Te miro a los ojos, soy como tú, camino

sobre las aguas.

La siembra y la pesca se hacen abundantes,

los niños escriben en la arena sus nombres,

mojan los pies y, corren a la mesa llena de

los frutos de la tierra.

Con el cantar de los gallos siento tu

presencia y echamos al norte para acabar

con la guerra.

Dicen que eres verbo puro, creación,

primera, presencia original, punto cardinal

de la luz, que inunda la noche.

Aguardas sereno el sueño de los hombres

que también crean

pero solo oscuridad contemplo.

Entonces, pongo aceite en las heridas del

hermano, enciendo una lámpara para

iluminar este desierto.

 

 

La ciudad de Dios

La memoria de Dios

 

Recorro la ciudad para recuperar la

memoria de Dios que no deja de vernos.

Peregrina recorriendo las mismas calles

un joven me invita al bosque

la noche se eterniza en un beso.

Nos despojamos de la razón, el cuerpo,

gesto que se desnuda.

Ríes de nosotros.

Volvemos a ser inocentes.

 

 

Intemperie

 

Dime cómo develar tu palabra

apenas escucho los latidos de este corazón

desolado.

Cómo sostenerme a la intemperie con

alegría.

Cada sacrificio golpea esta rosa negra que

soy.

 

 

Abel

 

Ayer me llamaba Abel

siervo en las tierras altas, tierras ajenas,

montaña arriba.

Caminos de herradura, uno que otro

recuerdo de mi hermano Caín.

Era el amado, el bendecido.

Más dientes blancos

mi espíritu calmo a las tormentas.

La noche, atraviesa las manos jóvenes,

dispuestas al golpe

y a la siembra.

Todos los Caines desde tiempos remotos

cierran mis ojos.

Cuando me miro al espejo, guardo silencio,

escondo mi rostro, temo que descubran mí

cobardía.

 

 

Tierra polvorienta

 

Te presiento en el naranja rabioso de la

Tarde.

Viajero en la lluvia y en la carne.

Estás en mí tierra polvorienta

gritas con dolor inútil y no corro a

consolarte.

Te he visto cantar como los ruiseñores y el

asombro no abandona mis ojos.

Tan personal como un jardín lleno de

azucenas.

Simple como un ermitaño.

Amoroso como una madre con su niño en

brazos.

Tus huellas de pájaro y árbol

de semilla y fruto las cortas al verdugo.

El silencio se hace memoria.

 

 

El peso que tienen las cosas

Dios es un esteta

 

¿Cómo acceder a esas marcas del rostro de

Dios

en mi camino?

El hombre solo imagen sostenida en el

Tiempo.

He sentido la angustia que devora al

hermano

nada lo sostiene y cae.

Todo, discontinuidad en un territorio

inhóspito.

¿Dios un esteta?

¿La poética de Dios y del hombre un

aforismo?

 

 

Fonema

 

¿Cómo rescatar afuera lo que llevo adentro?

¿Cómo ser tu doble?

No, tu semejante.

Salgo desnuda como Diógenes para

Encontrar ese resto que soy

y me descubro estatua de sal

alfabeto petrificado

acento de la palabra en el espejo.

Vértigo que define el vacío.

 

 

Escabel

Espejo de agua

 

No es suficiente nacer.

El olor putrefacto de mis carnes me asfixia.

Lavo piernas

brazos

sexo.

Bajo a mi infierno

recojo flores de asfódelo en el patio trasero

de la casa.

Recojo flores blancas para atemperar la

rabia.

Quito peso al cuerpo.

 

 

Escabel

 

Abarcarlo todo, imposible, equívoco siempre

saltar al vacío

aproximarme a la turbulencia, a lo que está

bajo la lengua.

Soportar lo mortífero de uno mismo,

atravesar los helados vientos

la trinchera de los extraviados.

Caída y resurrección en lo más oscuro de la

noche.

Romper los espejos.

Sobre la antigua mole de piedra

otra escritura se levanta.

Pasar de la impotencia a lo imposible.

Firmar un pacto de fe con uno mismo,

invención de un rostro nuevo.

Contemplar las estrellas desde un escabel,

escabel sin Otro.


Ser poema.

Escabel. Manizales. Gobernación de Caldas. Secretaria de Cultura de Caldas. Red Departamental de Bibliotecas Públicas. 2024. Págs. 21, 23, 25, 26-27, 33, 35, 39, 40, 62, 64, 73, 79, 81.

 

(Fuente: La Mecánica Celeste)

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