Tu propia fecha de caducidad
Inéditos/
Querías un horizonte circular
para el mareo de los sentidos
para dar vueltas sobre el mundo como peonza
¿hasta el delirio?
hasta el desequilibrio de la mente
voraz
con tanta sed de tanto
si a todos basta una fracción de cielo
unos puños de arena
una cerveza bajo el sol
¿por qué deseabas todo el mar
todo el azul de un solo trago?
abre los brazos
cuánto paisaje cabe en ese arco
que trazas con los ojos
pero querías un horizonte circular
ver hacia atrás
no perderte de nada como un dios
como un tirano
ansioso al ignorar
lo que pasaba a tus espaldas
como si el cosmos te debiera algo
niño
de su juguete despojado
pero era un mundo entero
un orbe arrebatado de tus manos
y lo sabías
te habías diagnosticado de insaciable
eras capaz de examinarte
debajo de tu propio microscopio
de ver cómo flotabas
en una gota de agua
pataleando
apenas un microbio en el espacio
¿qué se sentía que un trago
te diera sed de un trago
que tu hambre se quitara con más hambre
que un beso te incitara a poseer
a toda la mujer?
¿de qué tamaño fue tu frustración
cuando perdiste al apostarlo todo?
porque nunca aprendiste a retirarte a tiempo
y optabas
mejor por reventar
por inmolarte en medio de una plaza
ya vacía
ya desolada en el amanecer
después recomenzabas
juntabas tus pedazos desde el pasmo
de una resaca colosal
y lentamente ibas fraguando
el próximo estallido
¿tal vez gozando en el festín de añicos?
creías que sí
que había un momento extático
en la disolución
pero no estabas entendiendo y no aprendías
carajo
no aprendías a morir
a despojarte de tu propia servidumbre
terrorista de ti
otro lugar
ese era el nombre verdadero de tu playa
mental
nunca el aquí que se regala como el aire
sino la angustia de un allá
por siempre inaprensible
como el instante
buscabas
con entrañable patetismo
tu propia fecha de caducidad
que algún demiurgo
había escondido entre los pliegues
de tus venas y arterias
y así te hurgabas como un hombre
que ha entrado en la locura
que desespera al no encontrar la comezón
original
desde el momento de nacer
huías
y ya te perseguías
como quien busca entre los puños aferrar
su sombra
y cada día nacías
amnésico y creyéndote inocente
a manotear detrás de ti
siempre detrás
como un cuerpo cosido a una mirada
como un perro que entrara de repente
en el espacio de su olfato
todos aquellos días
fueron un solo día
como una cinta de Moebius dividida
en veinticuatro partes
sobre la cual te desplazabas como un santo
o un idiota
alucinando que avanzabas
que acumulabas experiencia
mosca topando sin cesar contra el cristal
del día
¿no hubo un residuo
un sedimento
una madre que te hablara?
sabes que sí
podías sentir la gravedad
de todas esas horas transcurridas
tus labios
reconocían las sales gruesas de la vida
depósitos y magmas
sazón de estar y ser
y toda la elocuencia de crecer
pero seguiste desplazándote con prisa
¿qué te urgía?
como si la quietud y la asimilación
fueran la muerte de verdad
como si no quisieras
poner la mano sobre tu hombro
y alcanzarte
verte a los ojos
dar un largo respiro y perdonarte
* Inicio del libro Jueves, publicado por Trilce Ediciones en 2020.
Julio Trujillo / Ciudad de México, 1969. Es poeta. Cursó la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Se ha dedicado a la edición de suplementos y revistas culturales, como la Revista de la Universidad de México, la Revista Mexicana de Cultura, El Huevo y Letras Libres. Es autor de los libros Una sangre (Trilce, 1998), Proa (Marsias, 2000), El perro de Koudelka (Trilce, 2003), Sobrenoche (Taller Ditoria, 2005), Bipolar (Pre-Textos, 2008), Pitecántropo (Almadía, 2009), Ex profeso (Taller Ditoria, 2010), La burbuja (Almadía, 2013), El acelerador de partículas (Almadía, 2017) y Jueves (Trilce, 2020). Recientemente obtuvo el Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro por Detrás de la ciudad y antes del cielo.
(Fuente: Peiiódicodepoesía.unam.mx)
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