domingo, 12 de enero de 2025

Gabriela Parra Gómez (Palmira, Valle del Cauca, Colombia, 1998-)

 

Un vientre para las caracolas • Otraparte.org

 

Un vientre para las caracolas 

 

Clase de crochet

 

Mamá solía enrollarme

la virginidad entre los paños.

Con ella tejía colchas y manteles.

Atavió la casa de cortinas

y retazos heridos.

Nosotras, aprendimos a tejer

con la misma aguja

y el mismo son

gorros y baberos para la ausencia.

Un día

Mamá arrumó la madeja,

Y yo la arrumé a ella

para no mirarla a los ojos,

con mis manos libres.

 

 

Epopeya doméstica

 

Hace ya tiempo que

mamá metió a Caronte en la lavadora

ahora

el agua solo llena al nueve y medio.

En los documentos del aparato

apareció como propietario el Aedo

y el destino determina cerrar las puertas

a las tres.

Mamá dejó a Orfeo en la acera,

días después

los héroes hicieron huelga en nuestro umbral.

Recibimos guerreros, semidioses, polizontes

e inmigrantes.

Algunos se quedaron en la vecindad

perdidos

haciendo de carpinteros

de fracasados vendedores

de ciudad.

Nadie le preguntó a Caronte

qué suavizante prefería

así que

debíamos llevar ofrendas

diariamente

a la hora de las lavanderas.

Las niñas

nunca aprendieron a caminar

con la muerte entre las medias dispares.

Años después,

anuncian otros electrodomésticos,

Caronte se adecuó

a la vida en circular.

A fin de cuentas

la muerte sabia igual.

 

 

Cuando Mamá muera

 

Cuando Mamá muera

dejará sus ojos

para nosotras.

Con ellos jugaremos

a adivinar el grito

bajo el pañuelo.

Los ojos

como dados

rebotarán contra el pecho

de mis hermanas

y Mamá

arrimará con sus pupilas

la voz

del verbo y el astrolabio.

Los ojos de Mamá

pautan la fluctuación

de la cadera.

Indican

la siguiente piedra

a colocar.

 

 

Limpiar ombligos

 

Para limpiar ombligos

las madres hacen sonar

el rosa de la hambruna

la acurrucan en la mano de todos,

reparten el miedo

del primer llanto.

Terminadas las caricias

se les olvida

aclarar la diferencia

entre el sexo y el ombligo.

Ellas velan

solo por uno

de los dos.

En su ausencia,

el cordón umbilical

deja de amar

para mirarse a sí mismo.

¿Cómo se limpia un ombligo

suavemente

sin herirte?

 

 

Tocar a una mujer

 

Nos fue revelado

primero el paladar

antes que las huellas dactilares.

Se acorralaron

en la cima bucal

las lujurias compartidas.

En espiral

se persiguen una a una

las estremecidas gotas

de su cuerpo.

Ellas arreglan la trama del tejido.

Nosotras hacemos de las piernas telar.

Tocarse el paladar

Ellas, dejarse tocar.

Esperar que el tiempo

se humedezca

al quiebre

de nuestros cuerpos.

 

 

Un vientre para las caracolas

 

Yo le digo a Mamá

-Los niños no tienen ganas de

nacer ni nosotras

de decirles

que no nazcan.

En qué partos

anda la vida.

Quisiéramos donar

nuestro vientre

a las caracolas

para poblar el mar

de semejanza.

 

 

Palimpsesto a Szymborska

 

Nunca más animal

que una conciencia limpia en

el tercer planeta del Sol.

WISLAWA SZYMBORSKA

Las heridas en la entrepierna

no son de cuestionar.

Las piedras lanzadas, a ellos les son ajenas.

Es verídica la culpa de la transparencia.

El amor acepta todo en silencio.

No existe una autocrítica del lascivo,

los adeptos de las sagradas escrituras

viven como viven y satisfechos con ello

cuatro kilos más

pesa el cuerpo de una mujer embarazada.

Pero en otros aspectos pesa aún más.

No hay nada más humano

que el Dios creador

del tercer planeta del Sol.

 

 

Cama de muñecas

 

Está escrito en

el agua de las piedras que las niñas,

desbarajustada la inocencia,

desarmarán su cuerpo.

A falta de microscopio

vendarán sus ojos debajo de las sábanas y se

harán ficción.

Intentarán sacar de las enaguas sus

músculos y reflejos

para armarlos de nuevo cada

uno con su arrullo. Ellas,

imaginándose otras,

descubriendo las texturas y deseos de la

piel

abrirán los labios

y de ellos brotará el mundo.

Aquello no previsto,

fue la presencia de su madre, junto a

ellas,

ignorando con el suelo desnudo la

gracia del balanceo

que utilizan

para hablarle a su cuerpo.

 

 

Inauguración de los miedos

 

Ya voy teniendo una edad para asumir

que mi pelo es rizado

y que mi madre no es el origen de todos mis males.

Ya tengo la edad de ser mi madre.

AIXA DE LA CRUZ

Antes del 98

Mamá no sabía caminar a cuatro piernas.

Con el tiempo perdió las ganas de ser ella,

dejó sus rastros en mi rostro. Mis ojos conservan las letras de su nombre.

Mamá me balancea y le mira la espalda a la tristeza,

Hizo de su oreja mi bastón.

Cuando aprendió a tener dos lenguas

supo amamantar.

Mamá

dedicó el tiempo necesario

a enseñarme la danza

para no dejarla morir.

Saberme hija tuya

fue la revelación

de todos los miedos.

 

 

Poesía

 

Escribo poesía

para castigar al mundo.

Mamá no leerá este poemario

porque no existe.

Volverán las caracolas

a sus platos

y yo recogeré las sobras

de los verbos.

No soy poeta

solo soy una mujer.

 

 

Ciudad Lectora

Secretaria de Cultura Ciudadana – Alcaldía de Medellín

Plan Ciudadano de Lectura, Escritura y Oralidad

Un vientre para las caracolas. Bogotá. Letra a Letra. 2024. Págs. 15, 23-24, 31, 41, 45, 47, 53, 59, 65, 71.

 

(Fuente: La Mecánica Celeste)

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