Enero:
Vagan, entrechocados en las manos negras, el día y la noche.
Desde su iglesia dobla la canción entre los árboles,
amueblándolos.
Con dientes de niebla cruje
La lluvia de Enero bañó el río.
Voz de vacío, molino, estrella que se aleja,
viento que aparta las palabras hasta los que tienen oídos,
los venidos a menos que suben o bajan escaleras, los que huyeron
del monstruo de calendarios y balidos.
Qué dicha fuera poner a lo largo de Enero una multitud cualquiera,
un millón de esclavos desgranándose de amor
de boca en boca.
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