NO SE PUEDE HABLAR DE UN INVIERNO ...
No
se puede hablar de un invierno definido, con todos sus rigores,
refiriéndose a ese invierno. Es más bien una localización temporal del
frío acompañada por cientos de síntomas característicos de la estación,
como viento, baja temperatura, escarchas, esporádicas y cortas
lluvias. Los pirules25,
los robles y los frutales pierden sus hojas, mas para disimular tanta
desnudez vegetal, la extensa familia de coníferas, ampliamente
difundida, conserva su ropaje.
Siempre
queda en algún árbol una hoja postrera, prendida a la rama por un
milagro de resistencia inexplicable, y todas las mañanas, al pasar,
formulamos una despedida porque tememos no encontrarla allí al día
siguiente. Es tan frágil su aspecto, descomedida su posición, muerto su
color, que no podemos explicarnos por cuál fenómeno se mantiene en su
sitio invulnerable al viento, la escarcha y el frío. Simboliza el
recuerdo borroso de lo que fuera en primavera y verano el ropaje del
árbol; es la manifestación única de su antigua forma; la rúbrica de su
linaje, el síntoma de su especie. Pese a todo lo precario que esa hoja
solitaria representa, en su humildad, en su indefensión, tiene un noble
elemento de fortaleza.
Cada
mañana la buscamos para comprobar en su delicado tallo o en el contorno
de su cuerpecillo aterido los efectos de la intemperie, y repetimos la
nostálgica despedida. Pero al verla de nuevo, inalterable y sola, nos
preguntamos sobresaltados si resistirá todo el invierno allí. Tanta
tenacidad anónima despierta en nosotros cierto elemento de sospecha ¿por
qué resiste?, ¿irá a permanecer a pesar de todo?, ¿para qué su
inmutabilidad?, y nos vamos acostumbrando a su presencia en el árbol
frente a nuestra casa. Lentamente, con la familiaridad de lo inevitable,
olvidamos la hoja fiel. Una mañana cualquiera ya no levantamos la
cabeza para buscarla, ni nos despedimos de ella hasta nunca. Ha entrado
a formar parte del paisaje inalterable, de ese paisaje permanente más
allá de las estaciones y las temperaturas. Y muchos días después, casi
sin pensar en ella, echamos una mirada descuidada que nos revela su
ausencia. Se fue con el viento. Ya no está. Se fue sin despedida, sin
adiós y sin lágrima. Tampoco dejó recuerdo. Simplemente se fue.
25 Pirul o piró (Schinus molle), árbol de hojas perennes, de ramas gráciles y péndulas.
(Costa Rica, 1916 - México, 1956)
de La ruta de su evasión,
Editorial del Ministerio de Educación Pública,
Guatemala, 1949, cap XIX
en Breve antología de poemas en prosa costarricenses (1893-2008)
Documentos LETRAS 47 (2010)
+ en HABLEMOS ESCRITORAS
en WIKIPEDIA
(Fuente: Emma Gunst)
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