No hay nada
por ley
o civil aceptación
que una máquina
pueda dar fe
de los escribanos.
No hay nada
entre la afinidad
de una atmósfera terrestre
con su peso atómico
expresada a luz y llama,
número y signo,
que me recuerde
al Gran Circo Kit Carson,
allá en el San Rafael
de los cincuenta,
cuando saltábamos
de contentos
y reíamos
asombrados
de las tremendas cacas
que se echó un elefante
en la pista,
mientras un payaso de ganas
anunciaba
un número especial
con felinos
de la selva "pantagruélica",
y un tigre de Bengala
meneaba la cola
de angustiado,
ése que Borges
nunca pudo admirar
porque nunca anduvo
de espectáculos nocturnos
que recorrían el mundo
en puntas de pie,
casi volando.
- Inédito -
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