Con los elementos
transuránicos
no quiero
charlar,
y menos que menos
y el lawrencio
que se arrogan
el falso derecho
de un preámbulo.
Son tan
rabiosamente
coloridos,
tan pedantes
y venturosos
que le arrugan
pinceles y ocotes
al más pintor.
Pero.
Y esa viejita
que se desespera
y quiere espantar
la miseria
con los pelos
y harapos
que agita
en el aire
porque la plata
no le alcanza
y cuando
muchacha
tanto trabajó,
tanto.
- Inédito -
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