miércoles, 15 de enero de 2025

Joseph Brodsky (Leningrado, URSS, 1940 - EEUU, 1996)

 Joseph Brodsky - El funeral de Bobó

 

En una conferencia

 

Dado que los errores son algo inevitable,
fácilmente podrían tomarme por un hombre
parado frente a ustedes en esta habitación
llena de ustedes mismos. En cosa de una hora,
sin embargo, el error va a subsanarse, a expensas
tanto de ustedes como mías: van a adueñarse
de este lugar partículas elementales libres
del rigor de cualquier fisonomía humana 
y de toda otra forma de ordenamiento. Existen 
aún algunas partículas libres. No todo es polvo.

Por eso, que me niegue a admitir que soy yo
quien está frente a ustedes ahora, o al revés,
se debe en menor grado a mi propia modestia
o a un solipsismo que a mi respeto por
el futuro instantáneo de esta sala, o por esas
partículas libérrimas de las que hablaba antes,
que se posan en la lustrosa superficie 
de mi cerebro, y a las que un pañuelito húmedo
ansioso por limpiarlas jamás podría acceder.

Lo más interesante del vacío es que siempre
lo precede lo lleno. Creo que los primeros
en entenderlo fueron los dioses griegos, cuyo
fuerte era justamente la ausencia. De esa forma
imaginen que están ahora en el ensayo
para el bis de los dioses y que obviamente yo 
estoy actuando para la galería. La gente
actúa por vanidad. Pero estoy apurado.

Una vez conocido el futuro, es posible
hacer que se anticipe. Como hacen las estatuas
o el propio mobiliario. El borrarse a uno mismo
no constituye una virtud sino más bien
una necesidad, que se asume conforme
se va haciendo de noche. Sin embargo, es más fácil
en términos numéricos no ser yo que no ser
ustedes. Como el cisne le confesó al estanque:
“No me gusto. Igualmente, guardate mi reflejo”.
 
 
 Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib 

 

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