lunes, 7 de octubre de 2024

Gabriel Pantoja (Córdoba, 1978)

 

 
A este poema le ha crecido la barba
A Wenceslao le ha crecido el poema
y la barba y se la peina ahora, como
puede peinarse un pensamiento o un
poema. Imaginemos un poema que
piensa y se peina, un poema digamos
filosófico, un poema que se deja la barba
y fuma mientras piensa o elucubra el
peinado como elucubra la metafísica
pulsátil del poema, el ritmo. Imaginemos
un poema pulsátil. Un poema se peina:
según golpea un hueco en la sílaba sin
sentido del ser. La sílaba sin sentido.
Wenceslao se rasca así su punta filosófica
de escribir poemas sobre el ser. Y descubre,
un día cualquiera, un lunes como ahora,
bastante mas tarde de lo que hubiera
deseado, la grosera estructura de una
idea. Y escribe así: esto es de la misma
grosera estructura física del escribir.
Es un hecho: me peina las ideas ese
viento que pensé. Pero el hecho es flor
difícil, y más: flor más difícil es decir
este otro hecho. La grosería física del
escribir no alcanza para atrapar la idea
de un viento que me despeinó. Wenceslao,
piensa. Piensa que esta grosería ¿se dice
así? del poema se debe a otra cosa, dice:
a la precaria angulosidad del poema
–lo está diciendo eventualmente, esta vez
mejor- porque el poema deviene otra cosa
que poema, otra cosa que pensar la idea
de peinarse junto a la grosería de escribir
poema, deviene por ejemplo pre-cosa.
Wenceslao ahora se detiene: el poema es
ese viento ante la cosa antes de decir
cabeza de pensar o corazón de sentir. El
poema no es sentir sino presentir: el viento
de despensar. Ay: flor difícil decir.
A Wenceslao le crece ahora otra barba,
a los lados de una sospecha. Le gusta
la idea de pre-cosa. Como si dentro
del verbo de la cosa hubiera una criatura
dispuesta a fumarse su pensamiento de
escribir groseros poemas, y enviándole,
eventualmente en su lugar, hechos sustitutos:
pensamientos ya consumidos. Pensamientos
que no han debido nunca de ser, nunca
propiamente pensados. Y ahí se para el
piojo pensante del poema. Chiquito que
pica, el poema. Piojo lingual de la pre-cosa
el poema. Parásito que nos golpea ¿Y qué
sería propiamente? Se preguntó Wenceslao
rascándose su poca angulosa panza
mientras el humo circular de algo ahí
afuera lo puso a escribir poema, cuando
él, Wenceslao, solo está sentando en el
sillón fumándose un lunes, de cara al
pequeño patio con llovizna, con el ángulo
de las cosas nada más –y absolutamente-
puesto a mirar una mancha en las flores.

 

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