"A una ausencia de Dios"
Ausente de mis ojos,
regalada esperanza,
sin mí no puedes irte,
pues no llevas el alma.
Belleza por quien muero
y vivo enamorada,
¿por qué, mi Bien, te ausentas
cuando presente abrasas?
¡Ay, dulce Amado mío!,
si tu piedad es tanta,
¿cómo no te enternecen
mis amorosas ansias?
¿Por qué morir me dejas
con ausencia tan larga,
cuando con más finezas
tierno me regalabas?
Cuando yo presumía
verme más levantada
al cielo de tu amor,
con desvíos me bajas.
Cuando más encendida
pudiste ver la llama,
con desdenes tan tristes
pretendes apagarla.
Cuando con mayor dicha
tu presencia gozaba,
tus regalos sentía
con mayor abundancia.
Cuando con más afectos
a tu unión anhelaba,
me veo sola y triste
tan lejos de gozarla.
Cuando con tal ternura
mi amor te requebraba,
significando Tú
que desto te agradabas.
Cuando yo de alegría
gozaba en abundancia
por tu apacible trato
lleno de gloria tanta.
Cuando mis esperanzas
tanto se remontaban,
que ya por posesiones
pudiera bien juzgarlas.
…………………………
Cuando el estar conmigo,
Esposo de mi alma,
que eran deleites tuyos
creía confiada.
Cuando en otras mil cosas
que dejo de contarlas,
para tenerte siempre
Tú mismo me alentabas.
Ahora, Dueño mío,
con ausencias me acabas,
con desvíos me afliges,
con rigores desmayas.
Confieso que te doy
ocasión por mil causas
para que te desvíes
con aspereza tanta,
pero bien sabes Tú,
mi bien y mi esperanza,
que serte esposa fiel
desea toda mi alma.
Marcela de San Félix, incluido en Las primeras poetisas en lengua castellana (Ediciones Siruela, Madrid, 2016, ed. de Clara Janés).
(Fuente: Asamblea de palabras)
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