MUJERES
Las mujeres de nuestra familia vendrán a mí en sueños por la noche y dirán:
Con modestia cargamos una sangre pura a través de generaciones,
Te la trajimos como vino bien guardado de las bodegas
Y una mujer dirá:
Soy una esposa abandonada, dejada cuando mis mejillas
Eran dos rubicundas manzanas todavía fijas en el árbol
Y apreté mis blancos dientes durante solitarias noches de aguardar.
E iré a encontrarme con esas abuelas, diciendo:
Como vientos de otoño, las melodías
Marchitas de sus vidas me persiguen.
Y vienen a encontrarme
Sólo donde las calles están oscuras
Y donde sólo las sombras yacen:
¿Y por qué debe esta sangre sin mancha
Ser mi consciencia, como una hebra de seda
Ligada a mi cerebro,
Y mi vida, una página arrancada de un libro sagrado
Con la primera línea rasgada?
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trad. del yiddish, Esteban Cisneros en “Tachas”, n.º 209, septiembre de 2018. En la imagen, Kadya Molodwsky (קאַדיע מאָלאָדאָװסקי, Biaroza, Bielorrusia, 1894-Filadelfia, EE. UU., 1975) en 1907 (Yiddish Book Center).
(Fuente: Jonio González)
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