AL ARRIERO DANIEL GONZÁLEZ
Allá en Los Paramillos del Tontal su toro
bajando malherido tropezaba en el aire,
se caía, cayó nomás.
Se le cortó la vida por lo más delgado de la tarde.
Pidió al viento la guitarra, y con la orilla del poncho
punteaba el último estilo cuando un enjambre de estrellas
se asentó en la rama seca de sus pupilas. Cantaba:
Ya el hombre se hizo tierra, déjenlo en Los Paramillos;
la tropa de sus recuerdos volvió a los pagos de nadie.
Déjenlo en Los Paramillos, póngase otro sus espuelas.
Para que siga rodando su voz en los pedregales.
Tres veces alzó la taba del sol con la mano muerta
y la clavó en el poniente,
suertudo, pues les juntó las cabezas a los jotes.
Tres veces la Cruz del Sur se le paseó por la frente
hasta que lo halló un pastor y bajó con la noticia.
En el boliche, en largas averiguaciones de vino
pasó a flote su vida como tronco en el río.
Un triste le puso música, otro idas y venidas,
otro unos tallos de albahaca en perdidos carnavales.
Después lo fueron dejando solito en Los Paramillos.
Y allá anda, entra y sale de las neblinas. Y como solo es arriero,
y yo poeta, dicen,
le entrego esta yeguada de palabras
rumbo a los pastaderos del olvido.
(Fuente: Daniel Rafalovich - Meta Poesía)
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