No le temo a nada
No le temo a nada…
acto seguido,
introduciré mi cabeza
en la jaula de los leones
pero sólo apenitas
hasta sentir un vértigo húmedo abanicándome las orejas por un ratito
A lo bonzo sonso
irrumpiré en danza por el aire en una dramática serie
de cabriolas y convulsiones
amarillas, negras y rojas
hasta chamuscarme los últimos piolines
Y como si esto fuera poco
y al precio de uno
como bala humana
surcaré el espacio
con afán de cometa y de meteorito desafiando el cielo infinito
hasta estrellarme contra el terraplén luminoso de otra galaxia oscura
No le temo a nada…
aunque todavía no me atrevo
me da miedo, me invade el pavor me causa cierta cosa
un escozor maldito
un escalofrío inaudito
a altas horas de la madrugada;
mirarte en aquella fotografía,
no vaya a ser que por un segundo
se me ocurra parpadear
y tus ojos de una vez por todas
se decidan en un descuido
a mirarme.
Ella se salvó de los pétalos de la sombra
Ella se salvó
de los pétalos de la sombra;
del itinerario de los verdugos
se salvó por un pelo
de la exactitud
de cualquier descripción
seña o contraseña
que la guiara
hacia los confines del olvido
ella se salvó por un milímetro
de tropezar y caer
en el abismo de la costumbre
se salvó de milagro
Lo que no pudo eludir
es la imprecisión meticulosa
de mi recuerdo que desvaría;
se va por las ramas
juega un ajedrez con fichas de damas, se enreda entre las líneas telefónicas y en los barriletes ahorcados del barrio
irrumpe a lo forajido enardecido
interrumpe con estruendo
el bostezo del sueño
y trepa que trepa
trepana las membranas
se desliza por cornisas
claraboyas y catacumbas
se tira de cabeza
vuela a ras del empedrado y de las rotas veredas del verano anhela y vuela de fiebre
y le encanta hacerse el náufrago, el único y último sobreviviente a la vagabunda deriva
tras el fulgor de sus pasos.
(Fuente: hispanicla.com)
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