Esa mujer
cocina
para los dioses,
caza animales de una selva oscura
los mixtura con hojas pecioladas
machacadas en el mortero de sus ojos
-el secreto no está en los ingredientes
sino en las combinaciones-
cuando los hombres muerden
un bocado de su pan ázimo enloquecen
y la quieren tener
de hermana madre hija
de padre o amante
o santa de cal
o en una estampa
pero resbala inasible como un pez
de otros océanos
esa mujer
que ya sabe que la tierra
no es plana sostenida por elefantes
dice que cocinará para el que sobreviva
y los tontos olvidan
que sólo los dioses perduran
levantan sus yelmos
agitan su escalpelo
relinchan sus bestias profanadas
y sucumben finalmente
en una guerra fría
esa mujer
cocina
para los dioses,
se nota sobre todo
cuando mira
esa montaña de cadáveres
porque de allí
de cada una de esas partes
extrae el menú
de cada día.
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