Veintiún poemas de amor, II
Me despierto en tu cama. Sé que estaba soñando. Bastante más temprano, nos separó la alarma, hace horas que estás en tu escritorio. Ya sé lo que soñé: nuestra amiga poeta se aparece en mi cuarto donde estoy encerrada escribiendo hace días, por todas partes borradores, papel carbónico, poemas, y yo quiero mostrarle un poema que es el poema de mi vida. Pero dudo y me despierto. Me besaste el pelo para despertarme. Soñé que eras un poema, te digo, un poema que quería mostrarle a alguien… y me río y me vuelvo a dormir y a soñar con mis ganas de mostrarte a todos mis afectos, a avanzar juntas en público bajo la fuerza de gravedad, que no es algo sencillo, que transporta un largo trecho los penachos del pasto por el aire vertical.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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